Continuación de Las Hermanasa Malas (capítulo 2)
Hace un año me presenté sin que me invitaran y pedí hablar a solas con la flaca. Le conté que varios de mis ex clientes estaban padeciendo de una horrible enfermedad. Que afectaba al cicuenta por ciento de la gente que había consumido esa droga. Puse cara de circunstancia y admití bajando algo la cabeza que esa droga me la regalaban en un centro de adoración al señor de las tinieblas y aparentemente tenía algo sobrenatural. No era una enfermedad totalmente física sino semi mágica. Mi actuación era pésima, sobreactuada, obvia, pero decidida. Me había acostumbrado a su credulidad total ante mis trucos de magia. Y daba resultado. Le expliqué que seguramente una de las dos empezaría a padecer de irrealidad y ausentismo. Que había una manera de reducir el riesgo y consistía en usar unos anteojos especiales que yo les iba a dar. Me pareció que todo el asunto le parecía espantoso pero al mismo tiempo ponía algo de dramatismo en su vida, que no le venía mal.
Mi entrevista con la gorda fue casi idéntica.
Todo esto se orignaba en una visita anterior. Una vez que fui con un truco que era una boludez, porque el kiosko donde siempre compraba estaba cerrado. Era un juguete para chicos: Se llamaba algo así como "Codificador secreto de mensajes" Consistía en unos anteojos de color verde y otoros rojos para escribir mensajes con marcadores rojos y verdes y que al leer solo se vieran las letras del color complementario a los anteojos que uno usara. Me puse a escribirle el mensaje a la gorda y se me ocurrió que en las letras que ella no viera podía poner un mensaje para la flaca que seguramente estaría mirando (y le daría los otros anteojos). Esa idea fue el inicio de este largo proceso. Me aburre ir paso por paso así que permitanme avanzar a los saltos. Terminaron cada una con un par de excelentes anteojos que mandé a hacer en una ópitca y que nunca más dejaron de usar. La gorda, rojos, y la flaca, verdes. Y todos los objetos de la goda son ahora verdes. Su ropa, su crema para la cara, su tintura de cabello, sus zapatos... La gorda en cambio (si la vieran!) es rojo puro.
Cada una cree que la otra ha desaparecido y vive a sus anchas feliz en la casa.
Tuve que inventar explicaciones para ls voces que se oyen y para alguno que otro encuentro físico. Pero como me creen a pie juntillas cualquier cosa que les diga, no es dificil.