Saturday, December 23, 2006

Continuación de Las Hermanasa Malas (capítulo 2)

Las hermanas malas no habían ido al colegio. Habían tenido una nana escocesa que era medio loca y veía fantasmas. A la madre, también bastante loca y tuberculosa, le había parecido que niñas bien no debían exponerse a las malas influencias de la chusma. Así que las chicas crecieron aprendiendo en inglés lo poco que la escocesa sabía y escuchando sus espeluznantes cuentos de resuscitados, degollados, aparecidos y emparedados. No era extraño que las hermanas hubiesesn recibido la droga sin dudar. O que viviesen encerradas en esa casa lúgubre. El cuarto de la madre llevaba treinta y dos años cerrado, desde el día de su muerte, según contó el sobrino gay. También por él supe que las chicas no habían tenido más novio que el profesor de piano (un lugar común imperdonale) por quien tuvieron su primera gran pelea. Hubo algo con un plomero que resultó ser espiritista y que les pedía plata para recomprarle su alma al diablo, que decía haber vendido "para salvar a mi pobre madre de un cancer de cerebro". Creo que lo conozco al plomero ese. No me animo a preguntarle, pero para en la ferretería de la esquina de Juncal y Uriburu y a veces da una mano atendiendo al público. Ahora está gordo y pelado pero en la foto que ví peinado con gomina, de más o menos veinticinco años, tenía un aspecto aceptable.


Hace un año me presenté sin que me invitaran y pedí hablar a solas con la flaca. Le conté que varios de mis ex clientes estaban padeciendo de una horrible enfermedad. Que afectaba al cicuenta por ciento de la gente que había consumido esa droga. Puse cara de circunstancia y admití bajando algo la cabeza que esa droga me la regalaban en un centro de adoración al señor de las tinieblas y aparentemente tenía algo sobrenatural. No era una enfermedad totalmente física sino semi mágica. Mi actuación era pésima, sobreactuada, obvia, pero decidida. Me había acostumbrado a su credulidad total ante mis trucos de magia. Y daba resultado. Le expliqué que seguramente una de las dos empezaría a padecer de irrealidad y ausentismo. Que había una manera de reducir el riesgo y consistía en usar unos anteojos especiales que yo les iba a dar. Me pareció que todo el asunto le parecía espantoso pero al mismo tiempo ponía algo de dramatismo en su vida, que no le venía mal.
Mi entrevista con la gorda fue casi idéntica.


Todo esto se orignaba en una visita anterior. Una vez que fui con un truco que era una boludez, porque el kiosko donde siempre compraba estaba cerrado. Era un juguete para chicos: Se llamaba algo así como "Codificador secreto de mensajes" Consistía en unos anteojos de color verde y otoros rojos para escribir mensajes con marcadores rojos y verdes y que al leer solo se vieran las letras del color complementario a los anteojos que uno usara. Me puse a escribirle el mensaje a la gorda y se me ocurrió que en las letras que ella no viera podía poner un mensaje para la flaca que seguramente estaría mirando (y le daría los otros anteojos). Esa idea fue el inicio de este largo proceso. Me aburre ir paso por paso así que permitanme avanzar a los saltos. Terminaron cada una con un par de excelentes anteojos que mandé a hacer en una ópitca y que nunca más dejaron de usar. La gorda, rojos, y la flaca, verdes. Y todos los objetos de la goda son ahora verdes. Su ropa, su crema para la cara, su tintura de cabello, sus zapatos... La gorda en cambio (si la vieran!) es rojo puro.
Cada una cree que la otra ha desaparecido y vive a sus anchas feliz en la casa.
Tuve que inventar explicaciones para ls voces que se oyen y para alguno que otro encuentro físico. Pero como me creen a pie juntillas cualquier cosa que les diga, no es dificil.

- "Ex! ex qué ? "- preguntó Gugu

Gracias, Gugu!
Me encanta que visites este buldog.
"Ex" es la letra equis.
Que a la vez puede tener cualquier valor... ponele equis.
Y también es lo que ya no es (tic... tac... tic... tac...).
Y tambien es el apócope de "exigentes", el ex título del buldog.
Y es breve
Y termina en una cruz como todos los mapas del tesoro.

Friday, December 22, 2006

Las Hermanas Malas


Eran dos hermanas inútiles, solteronas y malas, enojadas la una con la otra. Parecidas a un poco a ratas y un poco a las cuñadas de Homero Simpson.
Hijas de un tipo que había pertenecido al equipo de Hussey cuando ganó el premio Nobel o algo así, y de quien habían heredado esta gran casa vieja en Juncal. Enorme para las dos. Tasada en una fortuna ya que podría ser la casa de un millonario o dar lugar a que se contruyera en ese terreno tan bien ubicado, un soberbio edificio. Ninguna de las dos, por mandato del testamento podía vender sin la otra, y ninguna hubiera accedido a vender si lo proponía su hermana, con lo cual el tema no se discutía.
Yo las conocí porque un sobrino de ellas era el amigo gay de la secundria de mi novia y un día nos pidió que lo acompañasemos a tomar el te, ya que tenía que hacerles firmar unos papeles de la bóveda de la recoleta. Era un favor que le había pedido su padre, hermano de ellas, que administraba esos asuntos de la familia pero prefería no verlas.
Yo empecé a venderle a la más flaca esa misma noche.
- Qué es? me preguntó
Le había pedido que me mostrara el baño y cuando llegamos le había dicho
- Querés?- y cuando contestó qué es empecé a guardar la jeringa diciendo Querés o no querés?
- Dame - dijo sin tener la menor idea de qué le iba a inyectar y levantándose la pollera para mostrar una nalga bastante más deseable que su cara.
Se la acaricié un poquito y le dije:
Dame el brazo.
Le dejé mi celular y llamó al día siguiente.
No tenía un mango. Vivián en una mansión con menos guita que villeros. Pero me pagaba con cosas que yo reventaba en la calle Libertad. Esa casa tenía más cosas que un museo. Durante varios años fue una gran cliente. Algunas cosas me guardé y algunas regalé, pero la mayoría las hice guita.
Cuando dejé de consumir dejé de vender. Para ese tiempo les vendía a las dos. Eran tan hijas de puta que me daban lástima. El resto de la gente le compraría a otro o podía reconstruir su vida en base a alguna cosa que les quedaba adentro. A estas sólo les quedaba su mutuo odio que con las drogas habían logrado desafilar por un tiempo.
Cuando les corté el chorro les expliqué mis motivos(en charlas por separado, obviamente) y escucharon con sus caras de ratas serias y frías. Recuperarse no las motivaba en lo más mínimo. Creo que la idea no cruzó sus mentes. La gorda me preguntó si le iba a seguir entregando a la flaca. La flaca no preguntó. Asumió que sí y trato de pescarme infraganti para robarme la entrega que le trajera a su hermana.
La gorda me llamó para que le canjeara objetos por plata y se compraba tortas con crema y merengue que devoraba en forma compulsiva. Se fue poniendo más redonda en poco tiempo. Las flaca se puso más gritona. Y el tema de sus gritos era la gordura de la otra y su mal olor. Yo había notado el olor pero hasta el momento no lo había atribuido a la gorda.
Cada vez que me llamaban yo acudía a buscar los objetos y les entregaba la plata de las ventas sin quedarme un sólo peso. Me gustaba tanto mi nueva condición de persona honesta que cada llamado era una oportunidad para sentirme bien.
Un día me compré un truco de magia en un quiosko y les hice un mini show al entregarles la plata. Las monedas aparecían y desaparecían gracias a un aparatito simple. Nunca esperé tanto éxito. Una personalidd infantil desconocida y ajena a su condición de ratas resentidas apareció en sus sonrisas de nenas bobas.
Desde entonces en cada visita, casi, les llevé un truco nuevo. Fueron exactamente siete trucos diferentes en aproximadamente doce visitas (los veo mientras escribo esto, en el estante principal de mi biblioteca), es decir que en varias visitas repetí truco, cosa que no parecía molestarles mucho. Lo que sí les molestaba era que la otra fuera a mirar. Yo le hacía el truco a la que me había vendido el objeto pero la otra no resitía la tentación de venir a observar el show. Siempre la que me había convocado se ponía furiosa, pero como no se hablaban, su ira era difícil de encauzar. (CONTINUARÁ)

Tuesday, December 19, 2006

Muerto en el incumplimiento

A un militar lo pescaron infraganti siendo pacifista y lo mataron.
Murió con la brocha en la mano al pie del cartel que estaba escribiendo.
Dejó el deber inconcluso o perfecto el no deber?
Todavía puede leerse:
"Para que haya guerra tienen que presentarse
dos solda

Fe

...................................................................................... (Traducido del sueco por Federico Vernon)

Fui criado en un familia temerosa de Dios y severa en sus modos y costumbres.
Las formas y la moral son más fáciles de fijar en el carácter con los clavos de la educación que la fe. Y, por eso quizá, son lo único que me ha quedado. Resultado: no hablaría mal de la virgen, pero hace años que la lógica de una inmaculada concepción se me antoja innecesaria y la inutilidad de ese invento ha ido horadado todo el credo de la iglesia en mi modesta visión de la vida. La virginidad de la madre de Jesús me resulta una mentira tan obvia como una careta de carnaval aplicada contra la voluntad del que la porta. Una calumnia de la que ella fue víctima y por la que debieran ser juzgados, condenados y castigados los que la pergeñaron. Sigo escribiendo la palabra Dios con mayúscula, pero no recuerdo haber hablado con El como hablo con un amigo. ¿Qué es eso de Dios? No tengo dónde ponerlo. Me alcanza con el resto de las cosas.

Hoy tengo alrededor de 65 años (hubo alguna confusión en la fecha de mi anotación y podría ser un año menos). He enviudado dos veces. Mi tercera mujer, Berna, es muy joven. Está construida de una forma que despierta admiración. A menudo me encuentro invocando a Dios cuando la veo. Son esas expresiones que conservo de una educación religiosa. Sus piernas son la obra de un arte supremo que conjuga solidez y suavidad con la dulzura de una melodía. Es el resultado de miles de batallas en que dueños de piernas lentas, débiles o mal diseñadas murieron degollados permitiendo que los triunfadores entrecruzaran, generación tras generación, diversos propuestas genéticas de piernas exitosas, dando paso al modelo triunfador de mi Berna. Supongo que por un lado actuó la espada y por otro la mirada. Porque las mujeres, menos prescindibles por el valor irremplazable de sus vientres, que los hombres, no se exponían a la batalla. Pero hay otro espadeo, de miradas, en el que un selector genético en el gusto de machos y hembras calientes prefiere y elige. Mi Berna ha llegado a ser lo que es tras el triunfo de sus genes en infinitos juegos de miradas con que los más exitosos recorrieron sus opciones de parejas. Triunfó el diseño. Triunfó el deseo de triunfo. Triunfó un hilo conductor que es la fuerza de la vida, que hace de todos los que hemos vivido y viviremos un solo ser: un interminable ciempiés que, ignorando el invento humano de la dimensión del tiempo, tiene un par de patas en cada generación. Y camina quién sabe a dónde. Y quién sabe qué piensa este infinito ciempiés sobre la frase “la meta es el camino”.

Kennedy ha anunciado que conquistará la Luna, lo cual me suena más a una bravuconada política y demagógica que a un hecho realista, pero sin duda han realizado progresos científicos y técnicos que le permiten decirlo sin quedar en ridículo. ¿Y cuánto tiempo le tomó a la Humanidad lograr eso? Hace algunos miles de años el Hombre casi no usaba herramientas ya que era un cazador y colector que no necesitaba (ni podía cargar en su deambular) muchos objetos. Y ahora pensamos ir a la Luna. Una célula de nuestro cuerpo realiza miles operaciones por segundo. Se necesitaría de un ejército para reemplazarla… o quizás tres ejércitos dado que la célula trabaja las veinticuatro horas. Lo que quiero decir es que el progreso material que logramos con la técnica es muy impresionante, pero ni en un millón de años podríamos diseñar la uña del meñique de Berna. Pero ¿qué es lo que me lleva a decir todo esto que aparentemente es un desvarío? Mi Berna me ha dicho que tiene un pequeño atraso y quizá esté embarazada. Ha sido un shock. Era probable, pero que su voz diga esas palabras en esta realidad, en este presente, en este día de sol… tiene la certeza de un hecho único. Todo otro maquillaje de la realidad se desvanece. El ciempiés me toma la mano y solo oigo el latido de mi corazón.
Recuerdo haber preguntado a un compañero de facultad de gruesos anteojos, para qué traer hijos al mundo. Ese y todos los demás recuerdos de mi vida son el maquillaje de la realidad que ha dejado de existir. En aquellos tiempos con el de anteojos gruesos hablábamos de fines y de medios. ¿Traería un hijo al mundo para que ayude a la humanidad a conquistar la luna?


Berna estaba desnuda, en cuatro apoyos, y levantó una rodilla por sobre mi cabeza para quedar a horcajadas sobre mí y entregar su entrepierna a mis besos. Era la primera vez que hacía esto. El momento me ha quedado grabado en la memoria y no ha perdido un grado de intensidad desde entonces. Fue un festejo, una fiesta de ese hilo conductor que es la fuerza de la vida. El hecho de que yo haya reaccionado como papel fotográfico registrando para siempre esa gloria me dice quien o qué soy. Soy para eso. Yo creía que era Arquitecto, vecino, ciudadano, contador de cuentos, navegante, profesor… Pero en ninguna de esas funciones he sacado una foto de lo que me hace ser. ¿Podría ahora explicarle al de anteojos que me vale la pena traer un hijo al mundo para que se sume al ciempiés? Por mi formación puritana y por que el erotismo suele ser objeto de bromas y burlas me ha costado escribir esto. Y eludí, por lo tanto, una expresión que tiene un lugar en mi mente desde aquel momento. Expresión que había oído en boca de herejes, con tono soez, e intención blasfema: Fue como ver la cara de Dios. No hablo de belleza porque la estética es una categoría y quiero referirme a la esencia: fue como saber la verdad. O talvez un poco menos: como que me confirmaran que la verdad existe. Y tal vez un poco más: que me dejaran la esperanza de conocerla en vez de agotar todas las posibilidades en el momento de mostrármela.

Friday, December 15, 2006

No sense of humour


Me encontré en San Telmo con unos amigos que iban a una fiesta de disfraces. Me sumé al grupo pero unos patovas en la puerta me dijeron que sólo podía entrar gente disfrazada.
- Soy Mario Baracus - les dije
- Mario Baracus es negro pelado, con barba, y está lleno de cadenas.
- Claro, bouludo, pero estoy disfrazado.




(a los patovicas no les gusta que les hagan chistes)

Sunday, December 10, 2006

El camino es el camino 3

(Este es el chapter 3... hay que empezar por abajo salvo que seas nuevo rico o marcha atrás)

Cuando Pablo dijo no creer en las casualidades yo me dije no creo que este tipo termine siendo mi mejor amigo. Un amigo al que hay que perdonarle frases difícilmente puede ocupar un lugar en el podio de la amistad. Pero noté el tono sonámbulo con que me lo dijo. Como si estuviera caminado en un mundo y hablando en otro. Después de un largo silencio y de algunas breves conversaciones con otros que se le acercaban a darle su apoyo Pablo volvió sobre el tema. Había sacado conclusiones que para un ateo irritable como yo eran claros síntomas de un delirio místico provocado por el shock, la abstinencia, y un, hasta el momento, reprimido y muy postergado afán de protagonismo. "No era casualidad que fuese un adolescente", empezó a decir, y me dí cuenta de que yo me había perdido varios escalones de su ascendente razonamiento místico. Cuando le hice preguntas tratando de ser neutral en vez de odioso, bajó a explicarme. Fue más confuso y absurdo de lo que yo puedo reproducir, ya que mi mente sólo logra recordar lo que entiende. Mi conclusión es: Pablo recapacita tras ver el rostro de la muerte y todo adquiere un aspecto diferente. Cagar no es sólo una sana rutina biológica sino un desprendimiento de uno mismo. Dicho por él: "Yo era lo que ahora se va o para ser más claro (tono de sonámbulo extremo) yo no era yo". Mientras uno no entiende que cagar es dividirse que, dejar ir a sí mismo es un acto de desprendimiento del ego, de unión con las manos de Dios, uno lo hace descuidadamente. Pero Dios me abrió las puertas con una escopeta (qué belleza!!) y yo le abrí mi cuerpo y dejé salir hasta imágenes de estrellas que ví cuando era chico... " Debo confesar que cuando dijo eso de las estrellas reconsideré lo de ser su mejor amigo. Alguien que puede cagar imnágenes de estrellas que vio cuando era chico merece tener un gran amigo (o por lo menos un fan) como yo.

El camino es el camino.Este es el dos. Hay que leer primero el primero, que está abajo.

Pablo no había muerto. Pero es el tipo que se pegó el mayor cagazo mientras cagaba, que yo conozca.
Resulta que un hijo adolescente del dueño del campo estaba cazando por ahí y vio con malos ojos que alguien usara su tierra sin permiso y para fines tan poco respetuosos y disparó al árbol debajo del que estaba Pablo en cuclillas, apuntando un metro por arriba de su cabeza.
Nunca me tocó escuchar el disparo desde el ángulo de la víctima. Pablo dice que es espantoso, y me parece muy creible. El estruendo debe haber sido mucho más fuerte en esa posición ya que está orientado en esa dirección. El dice que se creyó muerto. Antes de entender qué pasaba ya los perdigones habían impactado el árbol y todo tipo de cosas le caían sobre el cuerpo. Su primer pensamiento fue que el segundo tiro vendría inmediatamente y que en pocos instantes vería la cara de Dios. Yo hubiese pensado quién es el hijo de puta que me está disparando y por qué, pero el pensó que ya llegaba a los brazos del creador. Claro... ser viudo habiendo querido mucho, como Pablo, debe dejarle a uno una actitud más familiar hacia la muerte. A Pablo no se lo veía tampoco muy aferrado ni interesado por la vida.

Saturday, December 09, 2006

El camino es el camino.

Los peregrinos llevaban varios días de camino hacia el santuario.
El hecho de andar sin objetivos prácticos, el ritmo interminable de los pies sobre la tierra repitíendose como un mantra, el cansancio, la distancia de los problemas de la vidad diaria, la oración, habían curtido el ánimo individual de los caminantes. También , como una bolsa llena de objetos que con el tiempo se van acomodando dentro de ella y van cambiando su forma, el grupo lucía diferente que al salir. Ya casi nadie sacaba fotos, se hablaba menos y en forma más directa.
El flaco Pablo, agrónomo, ingeniero forestal, viudo, navegante amateur, fumador de cigarrillos negros, dijo voy a hablar con la naturleza y pasando un alambrado se internó en un bosquecito para salir de la vista de los demás y cagar.
Los demás eligimos una sombra y nos sentamos. Con menos ceremonia que al principio del viaje tomamoos agua y comimos pan con queso.
De pronto se oyó un disparo de escopeta.
Los del grupo nos miramos unos a otros y dirigimos la vista al bosquecito alarmados, porque de allí, muy cerca había venido la detonación.
Eddy, contador, consultor informático, rubio, uruguayo residente en Chicago, dio unos pasos heroicos y se detuvo prudentemente. Si alguien había matado a Pablo bien podría matarlo a él. Nos miró y dijo en voz no muy alta como para no delatar su posición: ¿ven algo? y sin esperar respuesta se agachó y gritó "Pablo!"
Pablo no contestó pero se oyeron unas voces en el bosque y me pareció que una era de él.
Amanda, ama de casa, chupa sirios, cocinera suplente (los domingos) de un geriátrico de Palermo, gritó: Pablo ¿estás bien?!!

Saturday, December 02, 2006

Corriéndose hacia el interior del coche

Volviendo de una fiesta en colectivo me qudé dormido en el último asiento. En eso agarramos un bache o una cuneta y casi me caigo al piso. Medio dormido pero con los ojos abiertos trataba de enteder en qué barrio estábamos pero no reconocía nada. Yo era el único pasajero hasta que en ese momento subió un viejito con una varita mágica en la mano y vino derecho hacia mí. Pedí un deseo, me dijo con voz de mujer.
Que te metas la varita mágica en el culo y desaparezcas de aca, le contesté sin dudar.
En menos de veninte segundos mi deseo se había cumplido.
Cuando la realidad decide ser fantástica lo hace con una sencillez que jamas puede ser confundida con un milagro o un sueño. A la mañana siguiente y por muchos días me vanagloriaba de haberme cagado en la tentación de elegir un deseo típico. Sentía que podría haber pedido cualquier cosa y tenerla... paradógicamente eso me hacía sentir rico y poderoso. La idea venía a mi mente todo el tiempo, cada vez más seguido, ante cualquier circunstancia, acompañado de una sensación de yo podría.
La cosa empezó a volvérseme obsesiva.
Hasta que un día me decidí y volví a tomar el 146 a las 3 de la mañana.
Cuando subió el viejito y me ofreció el deseo le dije: quiero olvidarme de que alguna vez te vi y de este puto asunto de los deseos.
Me lo concedió instantáneamente.
Así que tuve que inventar todo este cuento por que no me acordaba un carajo.