Sunday, March 25, 2007

Poder o no poder ?

en www.materiabiz.com podrán

leer la nota sobre negociación que escribí.
Qué suerte tienen ustedes...!

Saturday, March 17, 2007

Acá estoy.

He logrado la sencillez de estar.

Con eso debería alcanzar como explicación, pero, con el exceso de uso, las palabras han ido perdiendo su sentido y quizá convenga explayarse más: he logrado momentos de estar acá y ser el fin que justifica los medios.

Nunca nadie para y dice ¡uf, por fin llegó ese futuro para el que estábamos haciendo todo!
A lo mejor alguien lo dijo en privado, pero yo hoy vengo a hacerlo público. Piedra libre para todos mis compañeros! Eran tan al pedo los infinitos esfuerzos de todo el mundo. Siempre pensando en el futuro y nunca reconociendo a ese futuro cuando se les entregaba satisfecho y amoroso hecho presente.

Ahora relájense, yo me hago cargo. Yo tomo el instante y le meto la eternidad a lo ancho. Pongo la panza sobre el presente y lo aplasto y lo extiendo como plastilina… desengancho los tiempos de verbo, anestesio la ambición, derrito el tic, derrito el tac. Paro. Gozo. Escucho de todas las músicas una sola nota en un lugar, como un mantra, como un nacer y morir al mismo tiempo. Soy un infinito cero.
Debo confesar que me sorprende mucho que me haya tocado a mí lograrlo. Quién hubiera dicho... un tipo tan poco extraordinario. Sabemos de mi egocentrismo, mi ciclotimia, mi preferencia por la comodidad… sabemos que soy capaz de desvaríos, incongruencias, mezquindades, errores de criterio garrafales, desubiques, faltas de tacto… Pero ese misterio suena adecuado: es la ropa indicada para la ocasión, que sea así, paradójico.
Acepto que suene inaceptable.

¿En que te beneficia esto?

Cada uno tendrá que encontrar sus beneficios. Es un trabajo que puede tomar un instante o toda la vida. Solo puedo recomendar que en el apuro, cuando lo que ves de la vida es una foto movida, sepas que yo estoy quieto, acá, valientemente recibiendo el impacto y que está bueno. Bueno y redondo.

Wednesday, March 14, 2007

El camino es el camino. (rejuntao y aglomerao)


Bueno, acá junté todos los capítulos cual meticuloso cartonero y los entrego hilvanados como un frankenstein, al final, abajo, la amable audiencia encontrará el capítulo 7 agregado hoy, con el título "Se revela un misterio". Entregando dos tapitas de pepsi max y el certificado de la sabin oral pueden recibir a cambio (en maxiquioscos y locales autorizados) las tapas en cuerina símil carpincho para encuadernar y coleccionar esta simpática serie de aventuras. Decora y jerarquiza cualquier biblioteca. Sin obligación de compra.

Los peregrinos llevaban varios días de camino hacia el santuario.El hecho de andar sin objetivos prácticos, el ritmo interminable de los pies sobre la tierra repitiéndose como un mantra, el cansancio, la distancia de los problemas de la vida diaria, la oración, habían curtido el ánimo individual de los caminantes. También, como una bolsa llena de objetos que con el tiempo se van acomodando y van cambiando su forma, el grupo lucía diferente que al salir. Ya casi nadie sacaba fotos, se hablaba menos y en forma más directa.El flaco Pablo, agrónomo, ingeniero forestal, viudo, navegante amateur, fumador de cigarrillos negros, dijo voy a hablar con la naturaleza y pasando un alambrado se internó en un bosquecito para salir de la vista de los demás y cagar. Los demás elegimos una sombra y nos sentamos. Con menos ceremonia que al principio del viaje tomamos agua y comimos pan con queso.De pronto se oyó un disparo de escopeta. Los del grupo nos miramos unos a otros y dirigimos la vista al bosquecito alarmados, porque de allí, muy cerca había venido la detonación. Eddy, contador, consultor informático, rubio, uruguayo residente en Chicago, dio unos pasos heroicos y se detuvo prudentemente. Si alguien había matado a Pablo bien podría matarlo a él. Nos miró y dijo en voz no muy alta como para no delatar su posición: ¿ven algo? y sin esperar respuesta se agachó y gritó "Pablo!"Pablo no contestó pero se oyeron unas voces en el bosque y me pareció que una era de él. Amanda, ama de casa, chupa sirios, cocinera suplente (los domingos) de un geriátrico de Palermo, gritó: Pablo ¿estás bien?!!

El camino es el camino. (dos)

Pablo no había muerto. Pero es el tipo que se pegó el mayor cagazo mientras cagaba, que yo conozca. Resulta que un hijo adolescente del dueño del campo estaba cazando por ahí y vio con malos ojos que alguien usara su tierra sin permiso para fines tan poco respetuosos y disparó al árbol debajo del que estaba Pablo en cuclillas, apuntando un metro por arriba de su cabeza.Nunca me tocó escuchar el disparo desde el ángulo de la víctima. Pablo dice que es espantoso, y me parece muy creible. El estruendo debe haber sido mucho más fuerte en esa posición ya que estba orientado tatalmente hacia ahí. El dice que se creyó muerto. Antes de entender qué pasaba ya los perdigones habían impactado el árbol y todo tipo de cosas le caían sobre el cuerpo,hojas ramitas, cortezas. Su primer pensamiento fue que el segundo tiro vendría inmediatamente y que en pocos instantes vería la cara de Dios. Yo hubiese pensado quién es el hijo de puta que me está disparando y por qué, pero el pensó que ya llegaba a los brazos del creador. Claro... ser viudo habiendo querido mucho, como Pablo, debe dejarle a uno una actitud más familiar hacia la muerte. A Pablo no se lo veía tampoco muy aferrado ni interesado por la vida.

El camino es el camino 3

Cuando Pablo dijo no creer en las casualidades yo me dije no creo que este tipo termine siendo mi mejor amigo. Un amigo al que hay que perdonarle frases difícilmente puede ocupar un lugar en el podio de la amistad. Pero noté el tono sonámbulo con que me lo dijo. Como si estuviera caminado en un mundo y hablando en otro. Después de un largo silencio y de algunas breves conversaciones con otros que se le acercaban a darle su apoyo Pablo volvió sobre el tema. Había sacado conclusiones que para un ateo irritable como yo eran claros síntomas de un delirio místico provocado por el shock, la abstinencia, y un, hasta el momento, reprimido y muy postergado afán de protagonismo. "No era casualidad que fuese un adolescente", empezó a decir, y me dí cuenta de que yo me había perdido varios escalones de su ascendente razonamiento místico. Cuando le hice preguntas tratando de ser neutral en vez de odioso, bajó a explicarme. Fue más confuso y absurdo de lo que yo puedo reproducir, ya que mi mente sólo logra recordar lo que entiende. Mi conclusión es: Pablo recapacita tras ver el rostro de la muerte y todo adquiere un aspecto diferente. Cagar no es sólo una sana rutina biológica sino un desprendimiento de uno mismo. Dicho por él: "Yo era lo que ahora se va o para ser más claro (tono de sonámbulo extremo) yo no era yo". Mientras uno no entiende que cagar es dividirse que, dejar ir a sí mismo es un acto de desprendimiento del ego, de unión con las manos de Dios, uno lo hace descuidadamente. Pero Dios me abrió las puertas con una escopeta (qué belleza!!) y yo le abrí mi cuerpo y dejé salir hasta imágenes de estrellas que ví cuando era chico... " Debo confesar que cuando dijo eso de las estrellas reconsideré lo de ser su mejor amigo. Alguien que puede cagar imnágenes de estrellas que vio cuando era chico merece tener un gran amigo (o por lo menos un fan) como yo. Volvemos al cuento de la peregrinación? Quizá alguno de los fieles lectores recuerde un par de capítulos sobre una peregrinación que hice. En resumen la historia contaba que uno de los peatones peregrinos se metía en un campo a cagar entre los árboles y un adolescente le tiraba al árbol con su escopeta provocando un gran cagazo al cagador y una serie de meditaciones semi místicas posteriores. (lo de posterior se refiere al tiempo aunque bien puede autorizarse la interpretación de un juego de palabras ya que todo salió posteriormente ) Estuve buscando el texto pero parece que ya quedó en una página archivada y me dio fiaca. Lo que quería era recordárselo a ustedes porque viene la continuación y no quisiera agarrarlos desprevenidos Diferencias entre el alma y el eructo. Bueno, el asunto es que el Pablo este estaba en estado de Shock pero lo sublimaba para el lado de lo mísitco. Lo habían pescado cagando en propiedad privada y le habían hecho pegar el cagzao de su vida en el momennto en que el justamente hacía fuerza para ese lado. Casi como eso de Hamlet: el teatro dentro del teatro. Solo que , en comparación con la de Shakespeare, esta obra es un sorte. Pero sumado al hecho de que la expereincia de la muerte nos hace pensar todo diferente estaba el hecho de que el tipo tenia dos opciones: podía volver y contar su ridícula situación y quedar como el hazmerreir de todos o lanzar esta cortina de humo de la mística. No digo que no lo sintiera, pero lo aprovechaba para camuflar el papelón del siglo.Para peor a alguien se le ocurrió darle vino para tonificarlo o sedarlo o algo. Entonces andaba más desinhibido y, después de un gran eructo que se mandó, sacó lo que yo recuerdo como su mejor sermón: si fueramos sólo lo que comemos, este eructo y mi alma no serían muy diferentes. Invisibles partes de mí. Inasibles y etéreas formas que habitan mi interior. Que son parte de mí hasta que la muerte o la apertura del píloro, el iato, el esófago, la traquia y los labios los liberan. Y el mismo espíritu santo es un viento, un ave que no tapa la luz del sol, que no hace sombra ni color. Pero quién puede negar que hasta que libero el eructo es parte de mí. Como mi sangre y mis ojos. Quién puede negar que lo que llamamos con la más despectiva de las plabras es parte de uno y la parte más interna. Si! La mierda, aprendan a decirlo con respeto! Esa mierda que nos da asco tocar la llevamos en el seno más íntimo de nuestro ser. Hay que reconciliarse. Yo acabo de soltar todo lo que llevaba dentro ayudado por una detonación que me hizo ver las profundidades del infierno y los ojos de Satanás. Y yo les puedo decir que dejé allí en el pasto algo digno de respeto. Es más... algo que voy a reclamar.Ya mismo vuelvo a ese lugar a traerme lo que es mío y no tiene por que quedar para gente que antepone la violencia de la propiedad a la belleza de ser.Y así diciendo comenzó adesandar el camino en dirección al lugar del cagazo.

Que me atropelle un dios borracho (4)

Por un momento quise detener a este hombre que deshacía el camino andado para ir a reclamar un sorete a la gente que lo había sacado a escopetazos. Pero no sabía qué argumento usar. Intenté que el mismo se viera y recapacitara:- Pedro, a dónde vas?- A recuperar mi alma,- dijo - a tierra santa. - Y de nuevo parecía que hablaba en un mundo y caminaba en otro.- Pero íbamos para el otro lado!- Me quejé- Dios está en todos lados- dijo- Entonces no retrocedas, sigamos a donde íbamos...- No se puede estar en contacto con él todo el tiempo, a veces hay que voler a donde estuvo y aferrarse a la huella que dejó. En seguida entendí mi situación: yo había venido a ver qué era una peregrinación en mi carácter de ateo curioso como una solterona desesperada se lanza al puerto a las tres de la mañana a ver si, por error, en la multitud de marineros borrachos que vuelven a sus barcos alguno la atropella y sobreviene un orgasmo. Pues bien… era ahora cuestión de hacer lo que uno había venido a hacer: Mirar. Dejarlo ser. Que la solterona no huya de la escena del crimen. Viene el toro. Dejar que el temporal desguace mis alas blancas. Y si Dios me agarra que sea lo que Dios quiera.

El cerebro en punto muerto. (5)

El tipo llega con intención de reclamar su sorete, embuído de un misiticismo de película barata que no le alcanza para sentirse inmortal y perder el miedo a un nuevo escopetazo, así que se asoma a la tranquera principal y bate las palmas como si estuviese frente a una casa. Por supuesto nadie lo oye. Nadie más que yo que trato de encontrar algún símbolo en la situación, o humor o una buena anécdota, para que el tiempo perdido se pueda capitalizar.Al rato llega un auto que parece un falcon pero no es. Me pregunto por qué no puedo ponerme nostálgico recordando la Argentina solo por que no es un falcon de verdad. Llega por el camino y está tan hecho bola que parece parte del camino, pero no es un falcon. Se baja una señora con medias hasta la rodilla y se dirige a abrir la tranquera. Lo mira a Pedro y Pedro se hace un poco el sota. Creo que el miedo lo domina por completo.El que maneja le pregunta a Pedro si buscaban algo. Pedro le dice disculpemen un segundo y se viene para mi lado y me dice que el ya no quiere tratar los temas terrenales, que si me ocupo yo me deja ocuparme de todos sus asuntos materiales. Qué cliente! pienso yo, y en el fondo me digo que no debiera creerle pero soy principalmente ambicioso y optimista. Y agarro y voy y le digo a la señora si me deja pasar a buscar una cosa que dejó mi amigo allá en el bosque.Pero la vieja es un típico perro del ortelano que no come ni deja que me lleve un sorete. Empieza a perguntar si entramos con permiso y si quien nos dio la autorizacón y que ellos antes tenían perros que los peregrinos no respetan nada, que hay gente buena y gente mala, que ella una vez tuvo que llamar al vecino, que qué es lo que se olvidó mi amigo, que si lo perdió tiene que ofrecer algo al que se lo encuentre... y allí me doy cuenta de que la mina quiere unos mangos. Lo miro al dorima que a esta altura cruzó el falso falcon y se vino para acá y me mira serio como perro en bote. Lo miro y hace un solo gesto, apenas perceptible, de afirmación. Y se me queda mirando como si hubiese puesto el cerebro en punto muerto. Hace varios dias que no se afeita ni se baña.Le digo que me espere un cacho y me voy a negociar con Pedro. Y empiezo a gozar del manejo de sus bienes materiales. Le digo quieren guita. La bajeza del pedido no le hace mella porque vuela más alto y desde arriba ve todas las miserias humanas. Cuánto, me dice. Le digo un número que es el triple de lo que pienso ofrecer y algo que estimo que Pedro tendrá en el bolsillo. Me da su billetera y el gesto parece de real desprendimiento épico. Pienso en una película de San Francisco y me la meto en el bolsillo sintiendo que con ese gesto yo también entro en la Historia por la puerta grande.Voy hacia los del falcon y un rayo de luz me pega en el occipital. Es la manzana de newton y la bañadera de Arquímides: qué guita ni ocho cuartos, vengo a limpiar porque nos arrepentimos de dejarle ese sorete en su propiedad. Pero lo tengo que pensar bien...en los pocos metros que me quedan no puedo hacer un viraje tan rotundo sin despertar sopechas. Necesito ganar tiempo y pensar cómo lo argumento.

En este capítulo recuperamos el sorete pero todo se complica. (6)

Para los giles que se asoman tipo paracaidista cabe aclarar que esta historia empezó, mucho antes de que yo empezara a olvidarla, una vez que se me ocurrió hacer una peregrinación religiosa y casi matan a un tipo de mi grupo mientras se echaba un cago entre los árboles de una propiedad privada. Si quieren pueden mirar en los capítulos anteriores que están más abajo para que vean que nos les miento. No me acuerdo cuántos son pero seguro que no pasan de seis o siete. Después del cagazo que el tipo se pega cuando un escopetazo lo sorprende haciendo fuerza le agarra un mambo místico y me entrega su billetera para que yo maneje sus asuntos terrenales. Mi primera misión es sobornar a los caseros de esta propiedad privada para que lo dejen recuperar su sorete, ya que el tipo en su delirio religioso considera que vio el absoluto en el instante en que aflojó las tripas del susto y que a fin de cuentas un sorete es tan parte de su ser divino como su alma. Estos argumentos no resisten mucho análisis, pero yo tardo en darme cuenta de cómo es la cosa porque sucesivamente me dominan tres emociones: 1) la pérdida de tiempo que aún en el absurdo marco de derroche total de tiempo como es una peregrinación me resulta inquietante (prometo verlo con mi analista) 2) el hecho de que cae como un pajarito herido sobre mi falda la billetera del gil este que desvariando se desprende de los bienes materiales. 3) que mientras negocio con los caseros que tienen cara de dobolus pero no mastican vidrio, encuentro, en la billetera del santón hijo deputa este, un sobrecito con ácidos y empiezo hacerme montones de preguntas.Trato de estar siempre de espaldas a Pablo para que desde donde está (a unos 15 metros) no vea que no le doy un mango a los caseros. Llego con la billetera en la mano hasta donde están ellos y pienso: si la guardo Pablo se va a dar cuenta de que no pagué un mango, y si la tengo en la mano estos van a hacerse agua la boca con los billetes y no me van a creer cuando les diga que no tengo ninguna intención de largar un mango sino que vengo solamente a limpiar la falta de respeto (léase simple y llana mierda humana) que mi amigo ha dejado en al propiedad de sus señores ya que, como gente pía y apostólica que somos, en nuestro camino humilde no deben quedar huellas.Pero la vieja arpía ya se saca la careta y me dice que "a no joder vamos " y me larga una cifra de la plata que espera que le dé (que es casi el total de lo que yo pensaba afanrle a Pablo diciendo que lo había entregado a los caseros). Sabiendo de memoria que para dar siempre hay tiempo y que a los palos dados ni Dios los quita, ofrezco primero limpiar el sitio y luego hablar de la recompensa si alguien encuentra ese rosario de plata que hemos perdido. Habrán de saber ustedes que en determinadas circunstancias me resulta más fácil y prefiero, mentir que decir la verdad. Y la conciencia de tener en la billetera los ácidos recién hallados es un estímulo poderoso a esa tendencia mitómana. Así que casi llorando le agrego, al rosario que acabo de inventar, el hecho de que ha sido bendecido por el papa y me largo a decir un nombre de papa que me suena conocido pero en medio de la frase se me ocurre que talvez sea un papa de la edad media que estudiamos en el colegio y seguro que esta vieja chupacirios se los conoce todos. Se me traba la lengua y me veo perdido y no se me ocurre otra cosa que emocionarme y para mi gran alegría me asoman lágrimas a los ojos que hasta chorrean por mis mejillas. Y embalado con la actuación les cuento que éramos adictos a las drogas y prometimos llevar ese rosario bendito al santuario para que dios nos proteja de una recaída. Mire usted para que vea: estos son ácidos que conservamos de aquella época como testimonio, alabanza y cruz. Porque hemos pecado y pecado con violencia. Este no es un camino fácil para nosotros me sale decir al final y modestia aparte mi actuación es para el oscar de Hanibal Lexter a punto de comerse un hígado por que lo susurro con voz de rezador místico y mirada de loco asesino, una combinación que mete miedo, y se les va el interés que tenían por los ácidos que les mostraba ( creo que me los iban a manguear como parte de pago) y se avienen a que pase a limpiar y luego les entregue la recompensa si alguien encuentra el rosario.Paso, llego a la escena del crimen, veo las marcas de los perdigones en las ramas, veo el sorete, intacto y resplandeciente como una reliquia de utilería, y me doy cuenta de que no tengo en qué llevarlo. Vuelvo y logro que el del cerebro en punto muerto saque del baúl del falso falcon una bolsa plástica de un impermeable descartable y me la de. En el acto de empujar con un palo el istem protagonista de esta aventura dentro de su bolsa plástica descubro un papelito muy singular: el santurrón no solo había venido a cagar sino a mandarse uno de sus ácidos. Evalúo y desecho rápidamente por irrealizable una estratagema de chantaje. Aquí no hay establishment que se escandalice ni denunciante que merezca credibilidad. Y como se verá en el próximo capítulo, ese ácido me acercará a la verdad de formas que parecen mentira.


Se resuelve un misterio: tenemos hormigas en el culo porque estamos hechos de hormigas. (7)

Por supuesto los caseros pretendieron insistir en que les “dejáramos algo” cuando yo cruzaba de vuelta la tranquera hacia la libertad y el camino. Allí les di un billetito prometiendo más si aparecía el rosario de plata bendito y salí con el objetivo logrado y preguntándome qué diablos iba a hacer Pablo con esta bolsa plástica y su inquietante contenido. Pablo seguía manteniéndose a distancia prudencial y sólo se sumó a mí cuando me alejé de los caseros y su falcon partió hacia el horizonte.
Cuánto les diste? Fue lo primero que me dijo.
Me agarró desprevenido. Dije mucho más. Cuánto! A ver…, dijo y extendió la mano pidiendo la billetera. La ignoré y ataqué con el chantaje que había descartado. Me mandaste al frente con una billetera llena de ácidos y pretendés que los arregle sonriendo? Me pedís que me ocupe y después te ponés a histeriquiar.
Con eso lo frené un poco y rematé poniéndole la bolsa con el sorete en la mano que aún tenía extendida. Al hacerlo sentí un dolor y un desprecio. Yo había venido a buscar algo más que una billetera. Este idiota en búsqueda de su sorete por lo menos había aparentado que ese algo existía para él, dándome una esperanza, y ahora caíamos de esa ilusión en esta zanja llena de realidad.
No te enojes, dijo.
Andá a la mierda, le contesté.
Hizo un silencio y después me dijo: Esto tiene una explicación. Te voy a contar lo que vi bajo ese árbol…. Me había tomado ácido un rato antes, y cuando empezó a pegar me mandé al bosquecito porque tenía miedo de deshacerme en el camino y que algún auto pisara mis partículas. Con el efecto había empezado a ver que estamos hechos de partículas, como un hormiguero. Nos creemos que somos una unidad pero la historia de la biología es muy clara, la cosa empezó por seres unicelulares que después fueron conformando combinaciones y armando estructuras y con el paso de millones de años complejizaron las cosas hasta hacer seres organizados compuestos por complicadísimos sistemas de sistemas que si bien tienen una aparente unidad, como una agua viva o un conejo son un océano de voluntades.
Puta! dije, o lo pensé, pero sin duda lo sentí. La expresión océano de voluntades me había pegado en el alma como una bola de cañón. Océano apenas y mal contenido por playas y fiordos. Océano bamboleante, caótico, anárquico, barbudo, cansado como yo. Océano al azar, o sea no.
Pero el tipo seguía hablando. Y tuve que pedirle que me repitiera lo último por que me había distraído. Nada, dijo, que con el ácido mi cerebro pensaba con los ojos: yo veía que éramos todos pilas de hormigas con forma de cuerpo humano. Y la idea de Dios se me hizo visible como la totalidad de lo que yo veía, incluyendo las hormigas que nos conformaban pero sobretodo incluyendo la incompatibilidad de los grupos de hormigas que trataban de integrarse en grupos más grandes. Por ejemplo grupo uñas tratando de integrarse en dedos tratando de integrarse en manos mientras el grupo sangre trata de recorrerlas a todas por dentro y el grupo cerebro pretende dar órdenes y recibir información… bueno es muy complejo lo que vi, a esta altura ya ni puedo recordarlo bien… vi la tensión entre las tensiones, y paradójicamente esa tensión no tenía tensión. Y con el escopetazo, en el momento en que una parte de mi dejaba de serlo y yo trataba de entender la diferencia entre ser y no ser … quedó como una foto del universo sin mí.
Y en el piso, curvo como una sonrisa, este sorete brillando y transmitiendo en el silencio infinito que sigue a los escopetazos un mensaje obvio: This is it.

Wednesday, March 07, 2007

En este capítulo recuperamos el sorete pero todo se complica.

Para los giles que se asoman tipo paracaidista cabe aclarar que esta historia empezó, mucho antes de que yo empezara a olvidarla, una vez que se me ocurrió hacer una peregrinación religiosa y casi matan a un tipo de mi grupo mientras se echaba un cago entre los árboles de una propiedad privada. Si quieren pueden mirar en los capítulos anteriores que están más abajo para que vean que nos les miento. No me acuerdo cuántos son pero seguro que no pasan de seis o siete. Después del cagazo que el tipo se pega cuando un escopetazo lo sorprende haciendo fuerza le agarra un mambo místico y me entrega su billetera para que yo maneje sus asuntos terrenales. Mi primera misión es sobornar a los caseros de esta propiedad privada para que lo dejen recuperar su sorete, ya que el tipo en su delirio religioso considera que vio el absoluto en el instante en que aflojó las tripas del susto y que a fin de cuentas un sorete es tan parte de su ser divino como su alma. Estos argumentos no resisten mucho análisis, pero yo tardo en darme cuenta de cómo es la cosa porque sucesivamente me dominan tres emociones: 1) la pérdida de tiempo que aún en el absurdo marco de derroche total de tiempo como es una peregrinación me resulta inquietante (prometo verlo con mi analista) 2) el hecho de que cae como un pajarito herido sobre mi falda la billetera del gil este que desvariando se desprende de los bienes materiales. 3) que mientras negocio con los caseros que tienen cara de dobolus pero no mastican vidrio, encuentro, en la billetera del santón hijo deputa este, un sobrecito con ácidos y empiezo hacerme montones de preguntas.
Trato de estar siempre de espaldas a Pablo para que desde donde está (a unos 15 metros) no vea que no le doy un mango a los caseros. Llego con la billetera en la mano hasta donde están ellos y pienso: si la guardo Pablo se va a dar cuenta de que no pagué un mango, y si la tengo en la mano estos van a hacerse agua la boca con los billetes y no me van a creer cuando les diga que no tengo ninguna intención de largar un mango sino que vengo solamente a limpiar la falta de respeto (léase simple y llana mierda humana) que mi amigo ha dejado en al propiedad de sus señores ya que, como gente pía y apostólica que somos, en nuestro camino humilde no deben quedar huellas.
Pero la vieja arpía ya se saca la careta y me dice que "a no joder vamos " y me larga una cifra de la plata que espera que le dé (que es casi el total de lo que yo pensaba afanrle a Pablo diciendo que lo había entregado a los caseros). Sabiendo de memoria que para dar siempre hay tiempo y que a los palos dados ni Dios los quita, ofrezco primero limpiar el sitio y luego hablar de la recompensa si alguien encuentra ese rosario de plata que hemos perdido. Habrán de saber ustedes que en determinadas circunstancias me resulta más fácil y prefiero, mentir que decir la verdad. Y la conciencia de tener en la billetera los ácidos recién hallados es un estímulo poderoso a esa tendencia mitómana. Así que casi llorando le agrego, al rosario que acabo de inventar, el hecho de que ha sido bendecido por el papa y me largo a decir un nombre de papa que me suena conocido pero en medio de la frase se me ocurre que talvez sea un papa de la edad media que estudiamos en el colegio y seguro que esta vieja chupacirios se los conoce todos. Se me traba la lengua y me veo perdido y no se me ocurre otra cosa que emocionarme y para mi gran alegría me asoman lágrimas a los ojos que hasta chorrean por mis mejillas. Y embalado con la actuación les cuento que éramos adictos a las drogas y prometimos llevar ese rosario bendito al santuario para que dios nos proteja de una recaída. Mire usted para que vea: estos son ácidos que conservamos de aquella época como testimonio, alabanza y cruz. Porque hemos pecado y pecado con violencia. Este no es un camino fácil para nosotros me sale decir al final y modestia aparte mi actuación es para el oscar de Hanibal Lexter a punto de comerse un hígado por que lo susurro con voz de rezador místico y mirada de loco asesino, una combinación que mete miedo, y se les va el interés que tenían por los ácidos que les mostraba ( creo que me los iban a manguear como parte de pago) y se avienen a que pase a limpiar y luego les entregue la recompensa si alguien encuentra el rosario.
Paso, llego a la escena del crimen, veo las marcas de los perdigones en las ramas, veo el sorete, intacto y resplandeciente como una reliquia de utilería, y me doy cuenta de que no tengo en qué llevarlo. Vuelvo y logro que el del cerebro en punto muerto saque del baúl del falso falcon una bolsa plástica de un impermeable descartable y me la de. En el acto de empujar con un palo el istem protagonista de esta aventura dentro de su bolsa plástica descubro un papelito muy singular: el santurrón no solo había venido a cagar sino a mandarse uno de sus ácidos. Evalúo y desecho rápidamente por irrealizable una estratagema de chantaje. Aquí no hay establishment que se escandalice ni denunciante que merezca credibilidad. Y como se verá en el próximo capítulo, ese ácido me acercará a la verdad de formas que parecen mentira.

Monday, March 05, 2007

Receta de Cocina

Se toma un libro cualquiera de la biblioteca. En este caso la palabra cualquiera significa al azar, no el que usted quiera. Se abre en una página random y se apoya el dedo con restos de mantequilla del desayuno sobre la hoja de la derecha. Una palabra entre todas quedará señalada. Así como en un determinado día nace una persona porque el infinito la marcó, le dio su puntapié inicial. Por ejemplo la palabra "calle".
Ahora a sentarse. Bajar un cambio. La palabra calle enroscada en el cuello como bufanda suelta. Las manos no importan. Sillón del living o cama.
Se piensa en la palabra y uno se da cuenta de que es, quizá, la más importante de la literatura. Que su próximo libro debiera llamarse Calle. Y que es poco explicable que no haya sido escrito aún. Donde empieza la calle se acaba mi casa. Es allí a donde voy y de allí de donde vuelvo. El péndulo de mi vida. La hamaca de mi infancia. El ir y volver de mi presente son entre esto y la calle. Entre el sujeto y el objeto. La luz y la sombra. De la calle es de donde un día no volveré. Para ir me abrigo. LLeno los roperos de la maquinaria para enfrentarla. Y sin embargo no puedo poner un dedo y decir esta es la calle como hcie con la palabra del libro. Porque está viva y se mueve y me lleva y nadie se baña dos veces en la misma calle. Ella me lleva a ella y ella me trae de vuelta. Y el amigo que tuve y perdí es de esa aventura. Como lo es el nuevo que viene con cara de mapa. Las cruces del tesoro que le surcan la piel, las vías ferreas que la parten en dos, los campos de aire y abejas, la pobreza y los ricos, el voto, el peligro, el didioma de los otros, la leche todavía dentro de las vacas, los pollos aún con plumas, las otras casas. Dejaré algún día esta casa y será calle.
Como un caleidoscopio la palabra muestra y muestra. Se cubre alternativamente de nubes y de sol, me lleva al cine, a las mariposas de la librería, a la cosecha del restaurante, a plazas y camas prestadas. Y como un camello, arrodillándose humildemente para que baje, se mete al mar. Allí se me duplica el misterio en las estrellas: la calle infinita. El silencio. Es casi inevitable jugar con el doble sentido y decirse a uno mismo que que calle ante lo inmenso. Callemos hermanos y que hable el señor. Y uno vuleve al sillón del living. A podar las enredaderas selváticas que han invadido todo. A enterarse de que hemos quedado acá pensando en una palabra y ya estamos de vuelta.
Ahora se toma el libro y se lo lee normalmente, sabiendo que cada palabra tiene atrapada entre sus meras letras la súbita catapulta.

y después de un rato se va uno a una fonda cualquiera y pide una sopa.

Puta! no te imaginás el poder de una sopa ahora!