Encontré a Dios
Finalmente.
Habrán notado que mucho de lo que escribo refleja mi angustiosa búsqueda de la divinidad.
Pues finalmente lo encontré.
En un libro de catequesis de mediados del siglo 20.
Es un tipo bastante mayor, de pelo blanco, que aparece entre las nubes (la mitad inferior del cuerpo no se le ve porque estas se lo tapan) viene bajando un poco al estilo Súperman, un brazo adelante, con el dedo índice haciendo de punta de lanza y medio acompañado de un par de angelitos.
No habla.
No se mueve.
Tiene mucho menos poder de lo que yo me había imaginado.
Está ahí dibujadito en el papel.
Y si lo mirás con lupa ves que lo componen un montón de pequeños puntitos de diferentes colores.
Huele a libro.
Habrán notado que mucho de lo que escribo refleja mi angustiosa búsqueda de la divinidad.
Pues finalmente lo encontré.
En un libro de catequesis de mediados del siglo 20.
Es un tipo bastante mayor, de pelo blanco, que aparece entre las nubes (la mitad inferior del cuerpo no se le ve porque estas se lo tapan) viene bajando un poco al estilo Súperman, un brazo adelante, con el dedo índice haciendo de punta de lanza y medio acompañado de un par de angelitos.
No habla.
No se mueve.
Tiene mucho menos poder de lo que yo me había imaginado.
Está ahí dibujadito en el papel.
Y si lo mirás con lupa ves que lo componen un montón de pequeños puntitos de diferentes colores.
Huele a libro.