Thursday, October 22, 2009

Querer Quieto

Encontré el punto blando del futuro.
Hacia al cual quiero ir como la res
Es aquella quietud que me permita
Estar quieto y amar tal cual lo que es.

Estar quieto, como un ancla desprendida
E ignorar las fuentes del sentido
Ver lo que cae, que cae y que está inmóvil
Querer, y al mismo tiempo estar vencido.

Dejar caer por la barranca lo que he sido
Y ver la mancha de la nada progresar
En el sentido en que van yendo las cosas
Y dejar y aceptar y festejar.

No he visto todo, admitamos el estrecho
He visto solo lo que al hombre le fue dado
Pero saco de lo visto y de lo hecho
Unas migas que me quedan de este lado

Y con esas me resigno y me festejo
Y me planto convencido de la raya
Y no pregunto ni cuestiono ni me quejo
Estoy listo, olvídenme y digan "vaya"

Querer quieto es la última verdad
Que no puedo compartir con los de antes
Solo tomo de sus vidas la señal
y sueno solo en silencios disonantes


puf!

Sunday, October 18, 2009

Es posible

Dos días después de cumplir catorce años, Juan, sentado en el inodoro decidió que no se iba a limpiar el culo.
Se subió los calzoncillos, los pantalones, ajustó el cinturón, y se miró al espejo.
Cuando pasó a buscarlo el transporte del colegio subió y en vez de saludar con el pie en el primer escalón cómo hacía todos los días, prefirió esperar al momento adecuado.
Vio las caras de los compañeros de todos los días. Como una bandera, flameaban aferrados a algo anterior.
En la siguiente parada subió Federico, que se había cortado el pelo rapando algunas partes de la cabeza y dejándolo largo en otras.
Martina gritó miren lo que se hizo, La Thatcher no te va a dejar entrar.
Hubo otros gritos y chistes.
Martina se dio vuelta y dijo no cierto que La Thatcher no lo deja entrar, clavando sus vivaces ojos impunemente en la mirada de Juan.
Es posible dijo Juan, y hablaba del escalón, de esos ojos y de la Thatcher.
Martina se quedó mirándolo un segundo, acostumbrada a que Juan se perturbara cuando le hablaba, le pareció que no lo veía hacía mucho tiempo, pero lo había visto ayer.
Una ambulancia pasó junto al ómnibus haciendo ni nu ni nu.
Hiciste lo de historia le preguntó Martina y el gozó de los ojos otra vez y le contestó ni nu ni nu. Martina largó una carcajada.
El tráfico se detuvo. Había un accidente y avanzaban de a poquito. Los demás chicos seguían haciendo el barullo de todos los días. Varios se estiraban a tocarle la cabeza a Federico desde otros asientos y él ya empezaba tener reacciones medio violentas. El bus avanzaba en primera. Martina fue la primera en ver el cadáver. Se dio vuelta y le dijo a Juan, hay un muerto. Juan casi dijo, es posible. Pero prefirió esperar el momento adecuado.
Todos se agolparon del lado de la izquierda para mirar por las ventanillas cuando se difundió la noticia del cadáver. El chofer pegó un par de gritos intentando que volvieran a sus lugares pero desistió. Nadie lo escuchaba y ya el accidente iba quedando atrás.
Un ojo experimentado hubiera advertido el cambio de clima en el grupo. Cada uno a su manera procesaba el impacto.
Cuando llegaron al colegio bajaron ordenadamente. Juan bajó último. Martina lo esperó y bajó con él. Por primera vez.

Wednesday, October 07, 2009

Llanto y roca

Las veces que lloré en mi vida, y las veces que me senté sobre una roca.

Si escribiera sobre esto…
Si lavara este oro para entregarlo a algún anónimo mercado dispuesto a comprar.
Qué sería de mí?
Y qué sería del comprador y de vos?
Qué quedaría del universo?
Si te diera esos momentos absurdos para que los moliera la pantalla de la televisión…
Si lijáramos el objeto hasta el olvido…
A quién podría amar si no quedase ni una rendija, ni un error?
De estas preguntas se pueden destilar lar ramas que construyan un rancho.
Y un rancho es una gran alegría.
Y una gran alegría hace que no importe el riesgo.
De desaparecer.
Verdad?

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Spokane, Estado de Washington