Que me atropelle un dios borracho
Por un momento quise detener a este hombre que deshacía el camino andado para ir a reclamar un sorete a la gente que lo había sacado a escopetazos. Pero no sabía qué argumento usar. Intenté que el mismo se viera y recapacitara:
- Pedro, a dónde vas?
- A recuperar mi alma,- dijo - a tierra santa. - Y de nuevo parecía que hablaba en un mundo y caminaba en otro.
- Pero íbamos para el otro lado!- Me quejé
- Dios está en todos lados- dijo
- Entonces no retrocedas, sigamos a donde íbamos...
- No se puede estar en contacto con él todo el tiempo, a veces hay que voler a donde estuvo y aferrarse a la huella que dejó.
En seguida entendí mi situación: yo había venido a ver qué era una peregrinación en mi carácter de ateo curioso como una solterona desesperada se lanza al puerto a las tres de la mañana a ver si, por error, en la multitud de marineros borrachos que vuelven a sus barcos alguno la atropella y sobreviene un orgasmo. Pues bien… era ahora cuestión de hacer lo que uno había venido a hacer: Mirar. Dejarlo ser. Que la solterona no huya de la escena del crimen. Viene el toro. Dejar que el temporal desguace mis alas blancas. Y si Dios me agarra que sea lo que Dios quiera.
- Pedro, a dónde vas?
- A recuperar mi alma,- dijo - a tierra santa. - Y de nuevo parecía que hablaba en un mundo y caminaba en otro.
- Pero íbamos para el otro lado!- Me quejé
- Dios está en todos lados- dijo
- Entonces no retrocedas, sigamos a donde íbamos...
- No se puede estar en contacto con él todo el tiempo, a veces hay que voler a donde estuvo y aferrarse a la huella que dejó.
En seguida entendí mi situación: yo había venido a ver qué era una peregrinación en mi carácter de ateo curioso como una solterona desesperada se lanza al puerto a las tres de la mañana a ver si, por error, en la multitud de marineros borrachos que vuelven a sus barcos alguno la atropella y sobreviene un orgasmo. Pues bien… era ahora cuestión de hacer lo que uno había venido a hacer: Mirar. Dejarlo ser. Que la solterona no huya de la escena del crimen. Viene el toro. Dejar que el temporal desguace mis alas blancas. Y si Dios me agarra que sea lo que Dios quiera.
6 Comments:
Me identifiqué bastante con la señora desesperada que va al puerto en busca de suerte. ¿Comercializa sartenes?
Saludos cordiales,
si al tipo este alguien le hubiese dado masita, quizas hubiese inventado algo mas copado que dios. porque se mando una cagada y la rompio....
Tierra Santa deberia ser en la que transcurren nuestras vidas...Y los orgasmos, mientras crean que "sobrevienen" estamos perdidas...
Una solterona del puerto de Buenos Aires
Estimado autor de este blog: escriba, por favor,
atte. AG
Al final no se porque te lo tenemos que "rogar"...ESCRIBI DE UNA VEZ!!!!!!!!!!!!!!!!
Ahhh... conozco tan bien esa sensación de pedirle al bloguero que escriba y no de bola... en una época me dediqué a hacer un arte de la insistencia...
pido disculpas, se confabularon algunas circunstancias como si fueran astros...
gracias por insistir.
ya viene (espero)
estoy tomando unas pildoritas
Papaf
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