Blandiendo triunfadora
Cuántos puertos reconoce con las manos la vieja y harapienta poesía ciega?
No hay tantos
Si nos ponemos a simplificar no queda nada:
Sobre el agua o bajo el agua.
Tu mirada o un formulario de aduana.
El hambre de este mes o el súbito horizonte.
De tantos equilibrios ganados y perdidos
no me ha quedado ni una arruga
para entretener a las gitanas.
Los presos se mueren entre rejas.
Los muertos se pudren aplastados.
Las cartas se olvidan y el llamado
se gasta como el filo de la pala.
Y dice uno que, en el carro de un guerrero,
por el puente viejo, viene la poesía
blandiendo triunfadora un frasco de pastillas.
Puede ser.
Quizá entre mi codo y la mesa o en el punto en que junta los dientes la tenaza
Se encuentre oculta la oportunidad de apuñalar al sistema y escapar.
Quizá tropiece el caballo entre los filos y quede expuesto hacia el cielo su interior
Y salgamos a cortarle adentelladas el último temblor de su tripa gorda y su riñón.
O quizá me rinda por la calle
A un predicador de traje entrecano, pija blanda y sonrisa de perro golpeado.
Quizá le crea que Dios tiene cara de abuelito
Quizá suelte por fin el cítrico poder de no soltar
Y bajando la cabeza le vomite en envase no retornable el corazón.
Habré comprado sin pagar un sueño usado
Dormiré mirando la pared.
Y los versos que me corren por las venas
desde entonces me tratarán de usted.
No hay tantos
Si nos ponemos a simplificar no queda nada:
Sobre el agua o bajo el agua.
Tu mirada o un formulario de aduana.
El hambre de este mes o el súbito horizonte.
De tantos equilibrios ganados y perdidos
no me ha quedado ni una arruga
para entretener a las gitanas.
Los presos se mueren entre rejas.
Los muertos se pudren aplastados.
Las cartas se olvidan y el llamado
se gasta como el filo de la pala.
Y dice uno que, en el carro de un guerrero,
por el puente viejo, viene la poesía
blandiendo triunfadora un frasco de pastillas.
Puede ser.
Quizá entre mi codo y la mesa o en el punto en que junta los dientes la tenaza
Se encuentre oculta la oportunidad de apuñalar al sistema y escapar.
Quizá tropiece el caballo entre los filos y quede expuesto hacia el cielo su interior
Y salgamos a cortarle adentelladas el último temblor de su tripa gorda y su riñón.
O quizá me rinda por la calle
A un predicador de traje entrecano, pija blanda y sonrisa de perro golpeado.
Quizá le crea que Dios tiene cara de abuelito
Quizá suelte por fin el cítrico poder de no soltar
Y bajando la cabeza le vomite en envase no retornable el corazón.
Habré comprado sin pagar un sueño usado
Dormiré mirando la pared.
Y los versos que me corren por las venas
desde entonces me tratarán de usted.
4 Comments:
mucha emoción, muchas preguntas...
usted esta enojandose. lo se porque ultimamnete aparecen muchas herramientas en sus escritos. a mi me gusta. pero es un sintoma muy particular. quizas es porque son una extension de la mano, mas fuerte que la mano.
venga esa mano taze!
hola papaf! link gratuito
je
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