Friday, March 16, 2012

Ve y Nada

De Qatar a Singapur me toca de compañero un hombre
cuarentón, atlético y de buen aspecto que se crió en California cerca de donde
hice mi intercambio estudiantil. Vivió también en China y en varios otros
lugares exóticos. Fue periodista del Wall Street Journal para quienes entre
otras cosas investigó las actividades terroristas. Las vueltas de su trabajo y de
la vida lo llevaron a comprar una computadora que dejaron los de Al Qaeda
cuando huyeron a las montañas luego de las torres gemelas. La CIA, el gobierno
Chino, su hija discapacitada, y otros factores que afloran en su verborragia
hacen que la historia sea fascinante y que se relacione con la captura final y
muerte de Ben Laden. En este momento duerme y sus ronquidos parecen desmentir el
vértigo de su vida.
Contra todas las sensaciones de mi cuerpo (para el que
recién empieza la noche) aparece el alba por la rendija de la ventanilla cerrada.
Usando la manta como capucha para que la
luz no invada la cabina abro la ventana para ver. Estamos entrando en La India.
Mierda! Una cordillera agrietada recibe el sol del amanecer con sus arrugas de
vieja sabia y misteriosa. Qué poderío majestuoso en la tierra de un pueblo que prefiere no matar
animales! Qué soberbia de montañas en el país de Gandhi. Y como para demostrar
que no hay poderes eternos, de la montaña inalcanzable se pasa a la meseta, a
un dique que contiene las aguas de un río, y a la llanura. Algo muy distinto
hay en la forma en que las parcelas se ordenan a la vista del que vuela. En la
Argentina es diferente. Me vuelve el olor a la comida india con sólo ver esas formas,
ordenadas y desalineadas a un ritmo
milenario de hambre, trabajo y arroz. No se alcanzan a divisar, desde esta
altura, los que las labraron con el
músculo, el sudor de la vida, los dioses
y la muerte. La tierra sin ellos se muestra herida y vencedora, vejada y
permanente, modificada y silente, con aire de obediencia, con la llaneza de la
foto vieja.
Trato de interpretar el dibujo del campo arado. Pretendo explicarlo,
relacionarlo con las caras de Indios que vi, con su comida picante, con la ropa
y la arquitectura, pero es cierto que a esta altura, si me miento ya no me creo
como antes, y me siento un poco tarado con solo tratar de hacerlo.
Pero entre el vino, y el yanqui, y las millas recorridas, y
la soledad que de espinas saca serias conclusiones, me entra en la mente un
vientito lleno de sombreros buenos; “mierda!” Se me escapó de nuevo. Pero en el
ruido del avión nadie oyó. No entiendo
el campo repartido, no entiendo el lenguaje de ellos, no entiendo su religión…pero
soy mucho más rico que eso: entiendo que no hay un hilo que explique y deje tranquilo al que busca de verdad.
Hay infinitos hilos. Un ócéano! Zambullite! Andá a nadar.

1 Comments:

Blogger Mikel said...

poné esto bien así lo podemos leer. el anterior me encantó

4:52 PM  

Post a Comment

<< Home