Un útero sin sentido

No pedí nacer.
Pero este asunto de pedir y dar es del idioma, no de la naturaleza.
La naturaleza me escupió al mundo con los ojos cerrados y con útero.
Vine con fotocopiadora para copiar la copiadora y sumar un eslabón en la cadena.
Dejé de llorar y usé los ojos para buscar y para atraer... y me gustó.
Se me agrandaron de tanto mundo que vi y amé. Quise de querer y quise de amar y quise de suspirar y quise de seguir queriendo.
Y si me das a elegir sigo queriendo.
Pero vino el bisturí a declarar que mi útero no tenía sentido.
Ahí me acordé que estaba.
Y pensé en su mágico laboratorio de hacer magia.
Que es la magia de la que estoy hecha yo.
Y pensé en la larga línea de teléfono que me une a algún origen sabio o qué se yo.
Escuche otra vez su eterno tono de que llama y no contesta. Y me pareció escuchar, esta vez , un tono más amable de que llamo y no contesta. De que allá lejos están todos de fiesta. De que la diferencia entre flores y floresta a veces es buena y a veces es funesta. De que me dan igual las sumas y las restas. De que me cago en otras vidas, a mi me gusta esta.


Nadie verá los documentos porque la adopción fue en negro. Nadie me dirá madre ni mamita. A veces son barbudos o viejitas. Nadie sabrá (ni yo) el número exacto… porque adopté a lo bruto, en topadora. Nadie sabrá los muertos que lloré por que eran hijos, en mi secreto pacto hecho en silencio. Nadie sabrá cuando me vaya lo que quise a este mundo redondo y puto. Ahora que se llevó el bisturí esa parte de mí, ni sabrán que entendí, mejor que nunca, que puedo querer hasta infinito, con lo que perdí.



dedicado con amor a
Florencia Freixá
operada el otro día
Médica,
primera emergentóloga argentina
viajera del mundo al servicio de los que necesitan asistencia en Africa, Haití y lo que le pidas
haciendo lo que se puede donde nadie quiere saber mucho
lectora de este blog
amiga