Zack

Una secta es muy diferente vista desde adentro.
Como una persona es diferente para su amante.
Todo tiene una interpretación distinta cuando la pasión da significado a los hechos.
Lo digo porque para hablar de Zack hay que elegir la visión desde adentro o desde fuera de su iglesia. Para los de adentro era un iluminado que había elegido el camino del amor puro. Para los de afuera un carismático algo cursi y ridículo, seguido por gente de carácter débil.

En la escena final de la historia, Zack está en su casa de Riverdale mirando el video del acto sexual en que concibió a su hijo Zeus. Han pasado 28 años. En otro televisor, junto al primero, desde la prisión estatal de Dallas, Texas, se transmiten en vivo los preparativos para la ejecución de Zeus, de 27 años, acusado de volar un edificio estatal con un coche bomba. El video de sexo explícito está digitalizado y comienza de nuevo automáticamente al llegar al final. Los gemidos y ruidos de la cama se mezclan con los menos rítmicos y más ceremoniosos de la sala donde están por suministrar a Zeus una dosis letal de veneno endovenosa.

El audio desde Texas llega metálico y agudo con el brillo de la transmisión en vivo. El super ocho casero digitalizado luego de veinte años tiene sonidos más opacos y a veces confusos pero largamente conocidos para Zack. El cameraman de la transmisión hace primeros planos de las manos de los ejecutores trabajando en las correas con que sujetan los tobillos, los muslos y los brazos de Zeus. Por unos instantes, en la sala donde Zack observa, los primeros planos de las manos en Texas y los cuerpos de los amantes del pasado son del mismo tamaño y se mueven de forma parecida.
Zack ha predicado mil veces que las personas son fruto de un sentimiento puro. Ha repartido miles de camisetas para niños con la leyenda “hecho con amor” y el símbolo de su iglesia.
En otra época ha distribuido autoadhesivos con la leyenda, “el amor es simple, mantengámoslo simple”. Se ha opuesto desde el púlpito a la búsqueda de explicaciones complejas para los asuntos de la vida diaria. Ha predicado el amor puro.
Le resulta difícil hallar un consuelo para el dolor que lo ha emboscado esta mañana.
La palabra Dios que él ha usado con frecuencia le deja en la boca el inasible sabor del edulcorante. ¿Puede un instante del presente ser más grande que todo el trabajo de la vida?
Respira hondo. Y la respuesta a su intento de calmarse es una súbita taquicardia feroz. En el primer cajón del escritorio de su secretaria privada encuentra el conocido envase de los calmantes poderosos que ella toma. Se sirve un vaso de agua. Al elevarlo hacia su boca ve a través del agua como cierran la hebilla de la última correa.
En ese instante alcanza la iluminación.