Wednesday, September 04, 2013

Continuará


-          Hola, está la muerte?

-          Quien pregunta?

-          Yo

-          Por que asunto?

-          Por un asunto…  de un abanico...

-          Me temo que no es usted nada original…

-          ¿Cómo dice?

-          Los que no mueren de golpe siempre se preguntan lo mismo… que las muelas, el ciático, la gota, la mala memoria, el abandono de los deportes, la impotencia… prefieren llamarlo el abanico, la patética  y cursi metáfora del abanico que se va cerrando...

-          Joder… pero a esta altura no aspiraba yo ya  a ser muy original…

-          Es buena idea no aspirar a mucho… y a la vez es parte del abanico en retirada.

-          ¿Cierto? No me alegra lo que usted dice… a decir vedad me toca los cojones un tantillo, pero admito que está usted cumpliendo con su rol nefasto de dar por tierra con todo lo que estuvo elevado… y a la perfección.

-          Modestamente…

-          La palabra modestia es de los nuestros… los vivos… los que aspiramos a cosas y nos da vergüenza…

-          Es cierto, quizás…Lo  mío es  máxima bajeza…

-          Bajeza

-          Si… horizontalidad. Retorno, quizás.

-          Aha.

-          Bueno… concretemos… ¿qué puedo hacer por usted?

-          Prefiero que no haga nada, pero traigo  algunas curiosidades… Cuando yo tenía todo el pelo y no me dolía nada, me apresuré un poco. Viví apurado, ansioso, casi podría decirse que cerré el abanico, vendiendo etapas por ansioso y angurriento. Quise las cosas ya y vendí mi alma al… iba a decir el diablo pero creo que la regalé al vacío,  y hoy me la reclama algo así como el vacío.

-          No oigo una pregunta en todo ese parloteo.

-          Me siento tentado de preguntar por qué no se va usted a la mierda…

-          Y dónde cree que está usted parado?

-          No puedo creer que la muerte sea tan obvia y vulgar

-          Nada de lo malo me es ajeno

-          ¿Y aquella historia que me vendieron los autores que le pusieron pasión a mi adolescencia?

-          Lo de que la muerte es una fiesta?..

-          Si.

-          Hemos matado ya esa idea.

-          Que monótono es su trabajo, dejaran con vida aunque sea a los sepultureros?

-...

-  Olvídelo, señora muerte, me ha venido un aire de optimismo y no estoy muy seguro ... pero me parece que estuve hablando solo un rato... la muerte no existe... no existe hablar con lo que no existe... estuve hablando solo
- solo...
- si!
-ahá..
- pero, coño, cuando yo dije "solo" no se oyó ese eco que pegó en el aire cuando lo repitió usted...
- eco?
- ahí esta de nuevo!
- eco?
- ¡ostia puta! no le basta a usted con matar ¿vedad?
- verdad, verdad...
- se ensaña usted con el zafarrancho y goza de andar metiendo su gélido aliento en todos lados para recordarle a uno que ... ¡ostia puta!
- jaja para hablar solo pone usted bastante énfasis..
- usted goza de dejar su mal aliento por todas partes como carteles que ponen callejón sin salida... pero quiero advertirle que la muerte no existe... somos nosotros los protagonistas... seré yo al que lloren.. seré yo el que me marche... usted como puta hembra será apenas una transición... una transición ¿me entiende? un vientre vacío de trascendencia... y se anima a tomar mérito!
- mire usted...
-mire usted, mire usted... es lo único que le queda...  ¿es esa su mejor respuesta? no me sorprende... sépalo... supe desde el olor de la primera flor de mi infancia que la fuerza no está en el otoño sino en la primavera... y me río de esa mirada sardónica... porque,  admitámoslo... al mismo tiempo tuve miedo pero usted sabe que el miedo no se puede conservar... no hay poesía que haya intentado guardarlo para la siguiente generación...  el miedo y usted, que vienen a ser la misma mierda, coño, son un olor del futuro que se evapora en el presente... son una degeneración de los relojes, un pisapapeles del viento,  un pestañar de los ciegos... Son el silencio! Ostia puta! son una inasible bocanada de olor a mierda!!
- cuánto enojo...
- puede irse usted a la mismísima puta madre que la ha parido, ostia puta, me cago en dios!
-perdón, me retracto, parecióme que el señor se había enojado...
- y quién le ha dado a usted el minúsculo derecho de que le parezca alguna cosa con respecto a mí...
- las mínimas reglas de la hospitalidad...
- hospitalidad!
- pues sí hombre... ni bien alguien pone un pie en mi casa, ni bien tocan a mi puerta, ni bien comienzan a preguntarse sobre abanicos... hay que hacer lugar a esa persona... no es que uno ande llevándose a cualquiera sin interesarse un poco, antes, por lo que les pase...
- pero entonces...
- no es un negocio entre extraños...
- acaso conoce usted mi nombre?
- me lo ha dicho usted al llegar...
- y ¿cual, ¿puedo preguntar? cree usted que es mi nombre?
- me lo ha dicho usted de entrada, cuando pregunté quien me buscaba...
- ¿qué dije, yo ? ¡qué dije!?
- dijo usted "yo"
- ahhhhh......    ¿y cree usted que eso me identifica?
- dígame usted...
- yo pregunté primero!
- ¿quién preguntó primero?
- ¡¡¡Yo,  coño, yo!!!
- ¿Yo?
- Pffffffff!!!
- Pfff?
- de todas maneras un nombre no es una persona... es un ruidito... aunque ese "yo" fuera mi nombre... aunque eso me identificara y me separara de los demás... no ponga usted esa cara triunfalista por un ruidito porque no hace más que demostrar su pobreza universal...
- o sea que lo  separa del universo... un ruidito...?
- en todo caso eso nos ridiculiza a los dos... usted se dedica a recolectar insignificancias como yo... cosas que penden de un ruidito y luego no son nada... en el momento en que se las lleva dejan de existir... un coleccionista de nada... ¿Qué hace eso de uste: nada?
- o al revés... deja usted de ser nada en cuanto lo libero del ruidito que lo tiene cogido de los cojones.
 

(continuará la agonía)

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