Sunday, May 21, 2006

Pepe pensando (1)

A la salida de un café, en el que Marcel y Pepe se habían juntado sólo para tomar café y porque era una tarde de domingo vacía, Marcel, considerando si lo llevaría a la cama o no, le dijo qué hacemos. Esa es la pregunta, contestó él, y una vez más, como le pasaba cada tanto, se dio cuenta de que no hay manera racional de contestar una pregunta, que las preguntas no son objetos naturales sino tramposos abismos virtuales, dolores del tumor ya extirpado, ecos de lo que todavía no se dijo.

Mientras le decía vamos a casa un rato y se la imaginaba sacándose el corpiño sintió que toda victoria era una derrota.

Cuando era chico juntaba figuritas y las pegaba en un álbum. Un día un vecino que se iba a vivir a Portugal le regaló una caja enorme de figuritas y su álbum que estaba bastante lleno. Fue la primera gran felicidad de la que Pepe tiene memoria. La opulencia, la sensación de abundancia, de que los dioses nos aprueban, nos bendicen y nos riegan con fortuna, de que todo es posible. Al día siguiente de aquella felicidad el padre de Pepe jugaba al ajedrez en el living con un amigo que era el padrino de Pepe y Pepe entró con su álbum a mostrar al padre sus enormes progresos. El padrino había reemplazado la pieza de la reina por una fina copa de Drambuie que estaba bebiendo, y cada vez que la movía se tomaba un traguito. Era un tipo canchero. El padre se mostró interesado en el álbum y dio pie a que Pepe le contara que Miguel se iba a Portugal y le había dejado todas sus figus. En su momento Pepe creyó que, al igual que él, estaban impresionados por la prosperidad del álbum. Ahora comprende la fascinación que puede generar el entusiasmo de un chico. El padrino tenía ya la copa de Drambuie entre las manos y observaba a padre e hijo hablar sobre las figuritas. Cuando le pareció prudente intervino. Decime Pepe, le dijo, cómo conseguiste el álbum ese en que pegás las figus? Lo compré, había contestado Pepe, orgulloso de haber invertido sus ahorros en algo que estaba demostrando ser un éxito. Tenía alguna figurita pegada cuando lo compraste? No, contestó Pepe, dudando si el padrino se hacía el tonto o realmente no sabía nada de juntar figuritas. Y si se vendieran álbumes con todas las figus pegadas, no sería mejor? La idea irritó a Pepe que se limitó a decir no. Se sentía un poco incomprendido. Venga, dijo el padrino que a veces usaba modismos de español para hacerse el gracioso, que no es más que una pregunta. Explícame por qué no es mejor comprar la cosa ya hecha. A Pepe le disgustó decirlo pero no había más remedio: me gusta hacerlo a mí. El padrino sonrió como si juntos hubiesen logrado una victoria y Pepe se sintió mejor. Y te das cuenta de que cada figurita que pegás es a la vez un placer que tenés ahora pero uno menos que te queda para el futuro? Pepe entendió la frase pero no entendía por qué había que hablar de todo eso, así que no contestó. El placer del coleccionista está en acercarse a la completitud, pero si completa la colección descubre que no tiene nada, dijo el Padrino y su padre festejó la frase con un gesto y un brindis que ya excluían a Pepe. Sin embargo Pepe recordó todo el episodio detalladamente y a lo largo de su vida nunca dejo de destilar de él diversos pensamientos.

El padrino era un buen tipo y se ocupaba de contarle cosas y mostrarle algunas visiones del mundo diferentes a las que sus padres le mostraban. Pero Pepe tenía una leve sospecha sobre su lealtad. El episodio de las figuritas había terminado en una conversación con su padre que lo excluía. Lo había hecho pensar, pero en el terreno de él y abandonándolo al final. Siempre era así. Cuando Pepe conoció la palabra egocéntrico y le explicaron en qué consistía, se encontró pensando: bueno, debe haber muchos como mi padrino para que hayan inventado una palabra que los defina. A Pepe le daban ganas de ganarle en algo. Una vez ya adolescentes el Padrino lo invitó a pescar y fueron a una playa lejana y solitaria. Sacaron un par de corvinas y hablaron del mar y lo que significaba en la poesía. La fuerza, el infinito, el miedo, la indiferencia, la muerte. No hay experiencia como la de entregarse al mar desnudo, dijo el padrino. Y hablando come español le dijo, venga, tío, quítate el bañador y vamos al mar. Y allí fueron, como animalitos silvestres, a jugar en la eternidad. Al salir Pepe comentó: no se puede estar vivo sin sentir miedo…el mar te hace sentir más la vida y por lo tanto también el miedo. La frase impactó al padrino: Joder chaval! Te me has convertido en un poeta a los diez y seis!

2 Comments:

Blogger Boy said...

Quienes hagan un comentario y demuestren que son capaces de Pensar al Pepe participan automáticamente de la Gran Promo Aniversario con premios superoriginales:

Primer Premio: Un día fuera de la sociedad de consumo.
Segundo Premio: Un día con alguien que nunca recibió mails publicitando tratamientos de dsarrollo peniano.
Tercer Premio:Una desilusión. Tráiganos su sueño y le demostramos que es imposible e irrealizable y le regalamos un calco para el auto que dice tengo los pies en la tierra.

Quedan excluídos de esta promoción: Los parientes y empleados de Pepe. Los que no se bañan en donde dice prohibido pescar. Los que piensan que papaf tiene algo que ver con papafrita.

3:04 PM  
Blogger tazelaar said...

el segundo premio lo llevo conmigo siempre. no lo quiere yo. yo pienso que pepe somos todos nosotros antes. y pienso que el mar esta ACA. ROMPE PEPEEEEEEE.


soy empleADO de pepe.

12:40 PM  

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