Friday, December 22, 2006

Las Hermanas Malas


Eran dos hermanas inútiles, solteronas y malas, enojadas la una con la otra. Parecidas a un poco a ratas y un poco a las cuñadas de Homero Simpson.
Hijas de un tipo que había pertenecido al equipo de Hussey cuando ganó el premio Nobel o algo así, y de quien habían heredado esta gran casa vieja en Juncal. Enorme para las dos. Tasada en una fortuna ya que podría ser la casa de un millonario o dar lugar a que se contruyera en ese terreno tan bien ubicado, un soberbio edificio. Ninguna de las dos, por mandato del testamento podía vender sin la otra, y ninguna hubiera accedido a vender si lo proponía su hermana, con lo cual el tema no se discutía.
Yo las conocí porque un sobrino de ellas era el amigo gay de la secundria de mi novia y un día nos pidió que lo acompañasemos a tomar el te, ya que tenía que hacerles firmar unos papeles de la bóveda de la recoleta. Era un favor que le había pedido su padre, hermano de ellas, que administraba esos asuntos de la familia pero prefería no verlas.
Yo empecé a venderle a la más flaca esa misma noche.
- Qué es? me preguntó
Le había pedido que me mostrara el baño y cuando llegamos le había dicho
- Querés?- y cuando contestó qué es empecé a guardar la jeringa diciendo Querés o no querés?
- Dame - dijo sin tener la menor idea de qué le iba a inyectar y levantándose la pollera para mostrar una nalga bastante más deseable que su cara.
Se la acaricié un poquito y le dije:
Dame el brazo.
Le dejé mi celular y llamó al día siguiente.
No tenía un mango. Vivián en una mansión con menos guita que villeros. Pero me pagaba con cosas que yo reventaba en la calle Libertad. Esa casa tenía más cosas que un museo. Durante varios años fue una gran cliente. Algunas cosas me guardé y algunas regalé, pero la mayoría las hice guita.
Cuando dejé de consumir dejé de vender. Para ese tiempo les vendía a las dos. Eran tan hijas de puta que me daban lástima. El resto de la gente le compraría a otro o podía reconstruir su vida en base a alguna cosa que les quedaba adentro. A estas sólo les quedaba su mutuo odio que con las drogas habían logrado desafilar por un tiempo.
Cuando les corté el chorro les expliqué mis motivos(en charlas por separado, obviamente) y escucharon con sus caras de ratas serias y frías. Recuperarse no las motivaba en lo más mínimo. Creo que la idea no cruzó sus mentes. La gorda me preguntó si le iba a seguir entregando a la flaca. La flaca no preguntó. Asumió que sí y trato de pescarme infraganti para robarme la entrega que le trajera a su hermana.
La gorda me llamó para que le canjeara objetos por plata y se compraba tortas con crema y merengue que devoraba en forma compulsiva. Se fue poniendo más redonda en poco tiempo. Las flaca se puso más gritona. Y el tema de sus gritos era la gordura de la otra y su mal olor. Yo había notado el olor pero hasta el momento no lo había atribuido a la gorda.
Cada vez que me llamaban yo acudía a buscar los objetos y les entregaba la plata de las ventas sin quedarme un sólo peso. Me gustaba tanto mi nueva condición de persona honesta que cada llamado era una oportunidad para sentirme bien.
Un día me compré un truco de magia en un quiosko y les hice un mini show al entregarles la plata. Las monedas aparecían y desaparecían gracias a un aparatito simple. Nunca esperé tanto éxito. Una personalidd infantil desconocida y ajena a su condición de ratas resentidas apareció en sus sonrisas de nenas bobas.
Desde entonces en cada visita, casi, les llevé un truco nuevo. Fueron exactamente siete trucos diferentes en aproximadamente doce visitas (los veo mientras escribo esto, en el estante principal de mi biblioteca), es decir que en varias visitas repetí truco, cosa que no parecía molestarles mucho. Lo que sí les molestaba era que la otra fuera a mirar. Yo le hacía el truco a la que me había vendido el objeto pero la otra no resitía la tentación de venir a observar el show. Siempre la que me había convocado se ponía furiosa, pero como no se hablaban, su ira era difícil de encauzar. (CONTINUARÁ)

5 Comments:

Blogger Mateo said...

No podes empezar 54 cuentos y dejarlos asi, tenes que pensar en tus hijos.

2:30 PM  
Blogger tazelaar said...

les vendias drogas. pusiste en peligro el corazon de la gorda, las cuerdas vocales de la mas flaca( a la que por cierto le tocaste el culo, cosa que es desagradable) yo desconfio de tu honestidad, protagonista, dealer tocador de culos de lija. para mi que sos un morboso,y seguias llendo de asqueroso que sos.

12:08 PM  
Blogger Boy said...

cuenta cincuenta cuentos

y hazte el oso de asqueoso que sos

3:06 AM  
Anonymous Anonymous said...

estoy totalmente de acuerdo con Mateo
No te disperses mas!

11:56 AM  
Anonymous Anonymous said...

me jode la gorda, pobre...

12:33 PM  

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