Saturday, March 01, 2008

Pereo

Yo quería prender un fósforo por la misma razón por la cual Hillary subió el Everest: por que estaba ahí.
Eran los fósforos Ranchera de los años cincuenta y yo tenía algo más de cuatro años. Las cabezas eran de color azul y el cuerpo claro hecho de un piolín atrapado en cera de vela. Había que rasparlos sobre un papel de lija blanco que ofrecía la base de la caja. Era necesario apoyar el dedo índice sobre la cabeza para que, al frotar, hubiese suficiente presión de la cabeza sobre la lija. Esto presentaba un problema. Cuando se encendiera con entusiasmo fogoso, mi dedo podría quemarse si no lo sacaba a tiempo. Recuerdo mi cara como si la hubiese visto. Pensativa como la de un hombre. O quizá recuerdo la cara de Simón en alguna actitud parecida. Evaluaba el problema sin atisbos de querer retroceder ante el desafío. Viendo los detalles, los olores, las formas, con esa especie de lupa de la inocencia que a la vez juzga y acepta.
No me cuestionaba si tendría éxito. Avanzaba. Antes de que nadie me hubiese enseñado nada tenía yo un impulso desnudo de avnzar hacia lo que estaba ahí. El aprendizaje sería una consecuencia.

Cincuenta años después ese impulso desnudo carga algunos arapos de expereincia. Cuestionables, más o menos útiles, más o menos circunstanciales. Prescindibles.
La palabra experiencia viene del verbo pereo, que significa pasar o perecer. Ex periencia es lo que queda de lo que pasa o muere. Pero eso también pasa.

La unica verdad es el impulso. La desnudez del impulso.

2 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Claro que si!!!Flor

8:12 AM  
Anonymous Anonymous said...

A veces me da la impresion de que sos tan viejo como yo...O solo tendremos muchisima experiencia? Flor

8:14 AM  

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