Friday, April 18, 2008

Humo, emociones, negocios.

¿Para que sirve este humo?
Varios millones de personas experimentan lo mismo al mismo tiempo.
¿Cómo afecta eso a nuestras creencias, valores y conducta? ¿Qué aporta un fenómeno tan inusual a ese patrimonio intangible llamado cultura? ¿Qué hace con la idea que tenemos de nuestra libertad para gozar de un medioambiente sano, de el rol del hombre en el planeta, de nuestros roles como empresarios?

No es fácil escapar del humo por que está en todos lados. Si cinco millones de personas intentaran dejar la ciudad presenciaríamos el mayor caos de nuestra historia. Cuando en EEUU varias ciudades del Sur debieron ser evacuadas por una alerta meteorológica el sistema colapsó, se agotó el combustible, las rutas estuvieron tapadas de autos inmóviles o a paso de hombre. En Buenos Aires el transporte no daría abasto.
Y de todas maneras… ¿A dónde irían? ¿Qué pasaría con los enfermos? ¿Cómo se resolvería la logística de albergar y alimentar millones de personas fuera de su domicilio habitual? ¿Qué grado de gobernabilidad tendría una población sacada de sus recursos habituales?
La persistencia del humo hace que dediquemos a pensar en el tema más tiempo que de costumbre. Como ocurre con el susto y los pensamientos de muerte que nos sobrecogen cuando nos enfermamos, este es un momento en que el humo paradójicamente nos hace ver más clara la posibilidad de problemas ambientales graves provocados por el Hombre.
¿Cuál es el rol del sector privado en un mundo donde estos riesgos aumentan día a día con el crecimiento de la población y con la capacidad de la industria y la tecnología de modificar la realidad? Durante siglos el sector privado ha tenido como objetivo la rentabilidad. Lo cual es bueno: al ganar dinero beneficia a sus clientes, proveedores y al Estado. El poder del sector privado ha crecido con la tecnología y hoy en día es el factor de mayor creación de valor y por consecuencia, de mayor impacto en el medio. Pero hoy, en estas dimensiones, ya no es lógico que limite su meta a la rentabilidad. El niño ha crecido, se ha puesto grande y fuerte y las consecuencias de sus actos pueden ser graves. Ya no puede buscar sólo su satisfacción. Debe hacerse responsable. Y hasta debe tener un rol de liderazgo en el cuidado del mundo. Pero la transición es difícil. No resulta sencillo servir a dos señores: la rentabilidad y el bien común. Dado que la competencia eliminará del mercado al que se rezague en eficiencia como las pirañas se comen a las últimas vacas en cruzar el río, la prioridad será la rentabilidad hasta que cambien las reglas del juego. La responsabilidad social empresaria es todavía apenas un barniz. Ante una crisis las empresas anteponen aún la supervivencia de la rentabilidad sobre lo socio ambiental. Y con las reglas de juego actuales parece justo: La caridad empieza por casa.
Este humo será pasajero. Pero puede dejarnos algunos pensamientos. Lo importante es que elaboremos ideas constructivas y políticamente atractivas. El uso que hizo EEUU de la caída de las torres gemelas transformando un hecho impactante en una excusa para la guerra y la justificación de la tortura es un ejemplo de lo que el sector privado debe evitar. El susto y el pánico llevan a conductas atolondradas.

Tal como señala Marshall Rosemberg, especialista en formación de líderes para la prevención del conflicto, uno de los desafíos para tomar decisiones racionales entre personas que comparten una situación de riesgo, es evitar una racionalidad de víctima-culpable y respuestas de juicio y castigo. Y conectarse en cambio con la responsabilidad de generar nuevas estrategias que respondan más eficazmente a las necesidades básicas que subyacen los temores: protección, cuidado, seguridad.

Tener advertencias de que las cosas pueden ocurrir, como este inocente humo, es una suerte. La pregunta es si el empresariado y los ejecutivos del mundo estamos demasiado atrapados en un sistema que no podemos reinventar nuestro rol. Si eses es el caso, nada mejor que estas advertencias suaves para que empecemos a encarar el cambio. Si a los actuales nos cuesta cambiar, que sean las nuevas generaciones las que tomen la posta y corran en una dirección innovadora. Que deje de sonar a utopía imaginar a la UIA colaborando con el gobierno en busca de un plan de reducción de emisiones y leyes que graven a combustibles contaminantes a la vez que desgravan a las energías limpias. Que el MERCOSUR ayude a los países a comprometerse y controlarse…etc. etc.
Esta puede ser una oportunidad de cambio. La clave es entender bien las señales de humo y encausarlas.

3 Comments:

Anonymous Anonymous said...

En este artículo conté con la colaboración de mi socio Julian Lichtmann, especialista en el trabajo de Marshal Rosemberg.

Papaf

2:06 PM  
Anonymous Anonymous said...

Este humo no es inocente, como no lo es ninguno. Lamentablemente estamos pagándolo con nuestra salud.
Ahora es cuando sólo hay que apagar los incendios porque no hay victimarios, sino victimas.
Me parece que desde ningun lugar hay un planteo correcto del problema, ya que de haberlo no habria más humo y los pájaros volverían a cantar. Esto está previsto desde las catastrofes, el problema es el límite etimológico del concepto sanitario.
Lider es el que primero apaga y después reflexiona pero para eso hay que amar y no estar lleno de resentimientos. En esta estamos todos, respirando consecuencias. Florencia Freixá

4:24 PM  
Anonymous Anonymous said...

Hello. This post is likeable, and your blog is very interesting, congratulations :-). I will add in my blogroll =). If possible gives a last there on my blog, it is about the Wireless, I hope you enjoy. The address is http://wireless-brasil.blogspot.com. A hug.

5:16 AM  

Post a Comment

<< Home