Wednesday, February 04, 2009

autito

El angosto pasillo del subte entre el anden y la salida de Santa Fe tiene como ochenta metros de largo. En el metro veintiuno estaba este tipo sentado en el piso con un montón de cajitas junto a él. Vendía autitos. Réplicas de autos de todas las épocas y lindísimos colores. Como un golpe al mentón me vino el recuerdo del olor de a gomas y plomo pintado de la Maseratti que había sido de mi hermano y que yo me apropié cuando él dejó de usar juguetes. Un flash me trajo la idea de que no faltaba tanto para que yo llegara a casa con un autito de regalo para Sancho. Vi su cara y la mía. El tunel del subte se me hizo un nudo en la garganta. La violencia de la emoción fue totalmente inesperada. Caminé como pude. Fui Simón abriendo su sorpresita, fuí Mateo, fui Luis, fui mi abuelo que nos fabricaba juguetes de madera, fui aquel viejo canasto de los juguetes que dabamos vuelta en el piso, fui esa alegría que los adultos no presenciaban. Fui un juguete de la antigua Roma, que a su manera tuvo la atención absoluta de un chico en un istante, como el autito. En la confusión de cosas que fui, es posible que en algún momento hasta haya llegado a ser yo más que nunca en la vida.

4 Comments:

Anonymous Anonymous said...

me emocioné
yo
te quiero muuuucho

4:01 PM  
Blogger Mateo said...

Nota contextualizante: "Simón abriendo su regalito" es una referencia que hace el autor a su costumbre de dejar regalos bajo las almohadas de sus dos primeros hijos, quienes lo llamaban por teléfono al trabajo y preguntaban "¿hoy hay regalito?". Los días que había, eran mejores.

5:58 PM  
Blogger Mateo said...

Sorpresita, sí.
Regalito, no. Mi error.

5:59 PM  
Anonymous Anonymous said...

Me encanta cuando vas a éste tipo de esencias humanas, generan mucho afecto, y hacen muy bien. Ta bueno...Flor

8:05 AM  

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