Tuesday, August 21, 2012

Vida y ficción



(dedicado a Mikel Aboitiz que va a oir la mínima rima del final)


Cuando me acerco al papel, a esta imitación del papel que me ofrece mi laptop, camino por una cornisa vieja y resbaladiza. Soy yo, pero escribiré ficción. La disyuntiva es inquietante: se me puede escapar un órgano vital, irrecuperable, hacia el vacío y a una muerte prematura, si pongo demasiado de mí en el baile del teclado. En el otro extremo aparece la vergüenza de una ficción de utilería, meramente profesional. Debo confesar que mientras estoy vivo me duele más ese oprobio que la caída romántica y final de un cacho de mí, pieza que, todos sabemos, tarde o temprano volvería a ser humus. Ir o no ir es la cuestión. Cuánto de mí pongo en la flecha. Paradójicamente, si va mucho el arquero es rico. Se es lo que se da: callemos. Dicen que el suicidio es cosa de un momento, y que el que lo sobrevive no vuelve a intentarlo. Al menos a esa conclusión llegó quien se dedicó a investigar a los suicidas del puente Golden Gate de San Francisco y escribió una excelente nota en el New Yorker. Si yo encontrase ese momento suicida caminando por mi cornisa y decidiera poner toda la carne al asador y lanzara mi vida en el orden de las teclas al escribir una de estas cosas que me traen de noche a la computadora… ¿cuál sería ese orden? ¿Habrá uno que supere a los demás en su fidelidad para representarme? Sospecho que sólo habría en las letras un código de confusión… anclado en un error, casi del azar, autodestructivo. No importa. No importa porque nunca lo sabremos. Pero estoy acá dispuesto a ver por dónde me parto como árbol cuando llega el hacha. Cuánto de mí es autor y cuánto se desangra en su ficción. Hay un beso en los pies, sin dignidad, en que el escritor entrega su esencia en el relato. Visto desde afuera puede despreciarse. Puede decirse que escribe porque no puede evitarlo, que es un adicto y que entrega sus venas a la letra. Que no queda nada de él para caminar por la calle o hacer le amor. Su obra, con suerte, quizás valga algo ¿pero él?... Otra versión dice que el que camina por la calle es la ficción y que el éxtasis que encontró eligiendo las palabras vació para siempre al personaje y que verán por ahí caminando a su traje, y a un poco de la carne que quedó.

5 Comments:

Anonymous Silvia said...

Muy bueno. Creo que nunca hay ficción, los reyes son los padres.

4:50 AM  
Blogger Boy said...

Los que no tienen problema con eso son los hijos de los reyes.

5:02 AM  
Blogger Mikel said...

para mí que en estos juegos todo=nada, siempre hay ficción, y los padres son los reyes. estoy de acuerdo con silvia

habría que probar de dispararle una flecha al yo que se tiró por la cornisa y que le dé antes de tocar el piso.

me estoy yendo por la metáfora sin saber para dónde va, pero es lo que hacemos siempre no?


12:10 PM  
Blogger Boy said...


Ja! Si, Mikel, es lo que hacemos! Me pescaste con las manos en la masafora! No se si todos son culpables de esa irresponsabilidad. Pero... I plead guilty.
La cosa es que te compren el resultado. Con chapa es mas facil. Si Borges lo dice le encuentro sentido. Pero no llega a ser Borges si se juega mal, muy seguido, de joven.
Vos salvaste al trapaesista en el ultimo segundo con tu frase final. All's well that ends well.
Me encanta que visites mi blog... Pero me queda una duda. Se confirmo mi dedicatoria? Oiste la suave rima? Como la oiste (unico) en un post anterior?
Papaf

5:53 PM  
Blogger Boy said...

Aboitiz:"Sin saber para donde" es la condición humana

5:55 PM  

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