Friday, April 25, 2014

No creo en las casualidades

Odio la frase.
¿Qué me quieren decir?
¿En qué no creen?
¿Si suben al colectivo dos veces seguidas y sacan el mismo número de boleto no se inmutan?
Primero habría que definir la palabra casualidad. Estoy dispuesto a concederles eso a estos supersticiosos de la causalidad.
Mi definición es "coincidencia que me llama la atención y me deja pensando".
Y no me jodan con boludeces.






Bueno... necesitaba descargar un poco de mi resentimiento... ya está.


Ahora vamos a la anécdota.




Estaba paseando mi perra, de nombre Cabsha, por la costa del río de la Plata a la altura de Martínez, donde había un restaurante, creo que llamado Alvear al Bajo,  donde pensaba almorzar con mi mujer y mi amigo Peter Tarak.


En eso estaba cuando vi que en una mesa, dos jóvenes mujeres y un varón mirando mi libro preferido: El Tao de los Líderes, de John Heider. Ese libro me había impactado de una manera inusual. Había producido en mí el  mismo efecto que produce el enamoramiento. Me había dado felicidad y obsesión. Y había cambiado mi vida. Pero muy poca gente lo había leído.
Venciendo mi natural timidez (que es poca) me acerqué y les dije que estaban mirando mi libro preferido. El varón me miró con indiferencia pero la mujer del medio, que cabe aclarar, estaba buenísima, me contestó que también era su libro preferido. En el silencio incómodo que se genera entre personas que se encuentran frente a frente sin mucha historia previa agregué que yo había comprado treinta, en la editorial, para regalarle a mis amigos. Ella me empardó con la frase "Yo le estoy regalando este a mi hermana". Entonces sentí que me tocaba jugar a mí pero que si ignoraba al varón me iba a ir mal. "Y ustedes a qué se dedican?" Pregunté mirándolo a él. Vendía carne. No me pareció muy afín a mis intereses pero puse cara de que era interesante. Y pasé a la del medio: "¿Y vos?"
"Yo tengo una agencia de publicidad", dijo con una dulzura inmensa que quizás yo haya agregado con el tiempo, ya que esto ocurrió hace muchos años. Cabe aclarar que este personaje era Pato Gil, famosa modelo (que yo no conocía) y cuyo aspecto podía hacer que uno imaginara dulzura en el desierto de Sahara.
"Yo también tengo una agencia" dije yo "...en San Martín y Lavalle"
Su cara de sorpresa o incredulidad subió  el grado de erotismo del diálogo.
"Yo también" dijo en voz baja. Y agregó:
"San Martín 521 segundo piso"
"San Martín 522 segundo piso" dije yo. Y se hizo el silencio que correspondía al milagro.
Quienes crean que acá se inició un romance maravilloso deben prepararse para una desilusión.
La ventana de su oficina estaba enfrente a la mía, pero no nos vimos nunca.
Unos meses después la visité y se sumó a la casualidad que detrás su escritorio., en la pared,  pendía un cuadro de un gran tigre y tras el mío, uno de dos tigres. Pero el azar dejó las coincidencias en eso.
Unos años después cuando, tras estudiar en Harvard cambié de profesión y me dediqué a enseñar, la tuve de alumna en un breve curso que esponsoreaba  una ONG relacionada con los exalumnos de Harvard que ayudaban a los emprendedores. En el coffe break charlamos un poco y me contó que una amiga de ella a quien había contado el episodio de nuestra casualidad le había dicho "¿Cómo lo dejaste ir!!!?
Esa frase cerró nuestro ciclo. Los dos nos preguntábamos "Cómo nos dejamos ir?" pero bastaba con que lo dijésemos para que el débil barniz que nos unía por la casualidad  se diluyera y nos liberara a uno del otro.  No éramos almas gemelas.






3 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Hola, ¿Por que prefieres esta versión al original Tao Te Ching?

9:09 AM  
Anonymous Anonymous said...

La adaptacion de este psicologo social me resulta mas comprensible y adaptada a mi contexto. El original esta en chino. Las traducciones difieren mucho entre si. Todas me resultan cripticas.
Quien pregunta?
Boy

9:19 AM  
Anonymous Anonymous said...

Te agradezco por la respuesta Boy. Me encontraba "googleando" un poco sobre aquel libro, linda historia la tuya.
Richard

7:49 AM  

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