La semilla del zapallo
La obra completa de Joaquín
Tenorio se limita a un libro titulado “La semilla del zapallo”. En su
entorno afirman que no han tenido
noticias de que escribiera, nunca, alguna otra cosa. El mismo lo dijo hace seis
años en un reportaje del diario Fala, de
Lisboa, poniendo fin a un largo debate: “La semilla del zapallo es mi única
obra”.
El libro se basa en una idea (o quizá en muchas)
absolutamente trillada y burda. Es la obra que infinidad de autores pensaron y
descartaron por obvia: un libro que tiene un título seguido por un montón de
páginas en blanco.
Por algún motivo, que todavía se discute, Tenorio se animó a
realizar esa obra, pero lo que despierta más curiosidad, análisis y polémica es
por qué la comunidad artística le dio lugar y le prestó atención. O por qué yo, a once años
de su aparición, estoy escribiendo este artículo para la “Década literaria”,
publicación de Amazon con la consigna de ver “qué queda del decenio una vez que
cae el polvo de la batalla y se puede distinguir lo significativo de lo
insignificante”.
Debo admitir que cada línea que escribo me confronta con varios comentarios ya
publicados, que vienen a mi memoria y la contradicen de diversas maneras. Acostumbrado
a disentir, no me detengo por ello, pero sí quisiera registrar el hecho como
una de las pinceladas que hacen a la esencia de esta obra y este autor: el ha
escrito cuatro palabras y ha provocado millones. Lo que nos lleva a pensar que
la provocación quizás no esté del lado del provocador sino del provocado. O la
provocación, como dijo Roland Muller en su editorial del diario Die Welt, “no
reside en esas páginas en blanco que
escribió (sic) Tenorio sino en el hecho de que otros les hayan dado
importancia, lo cual nos lleva una vez más a preguntarnos cuánto de la obra es
el lector y en este caso, los otros lectores. Especialmente obvio cuando los
lectores no han leído nada.”
Son escasas las notas sobre “La semilla...” que no mencionen
en algún punto de su discurso lo inmerecida o desmedida de la atención que se
le ha prestado a la obra. Una nota breve en el New Yorker admitió la existencia
del libro de Tenorio y, sin criticar lo injustificado de su impacto
internacional, listó una serie de antecesores que habían usado la idea con
otros títulos, entre ellos, “Consecuencias del aumento del precio de la tinta” por James Printer, que se vendía en casas de
chascos y souvenirs, comparación hecha con evidente intención de denostarlo
sutilmente. Paradójicamente, el artículo del New Yorker, firmado por Brian
Foster, dio lugar a una miríada de respuestas en otras revistas y diarios. El
talk show de tono cómico Stand Down, de gran audiencia en los EEUU, hizo una
parodia de entrevista al autor de este libro de páginas blancas (una silueta de
espaldas a la cámara) quien permaneció callado durante los 40 segundos que duró
la entrevista. El animador, que sí enfrentaba la cámara, parecía entender cosas
muy sabias de ese silencio y su cara adoptaba una gran diversidad de
expresiones de anagnórisis, revelación y epifanía. Esa escena subida a You tube
logró cientos de miles de
visitas.
El popular cuentista y pastor evangélico conocido por el
nombre de Ladislao que cautiva a los
hispánicos de los Estados Unidos usaba siempre
el viejo cuento del guiso de piedra en que un hombre consigue que todos
los vecinos aporten verduras y carne para sumar al caldero en que él está
hirviendo un piedra y luego de quitar la piedra reparte en porciones iguales
quedándose con una sin haber puesto más que la idea y la iniciativa. A raíz de ello
la revista People publicó una nota
titulada Guiso de Zapallo, en que comparaba a Ladislao y a Tenorio. Tenorio
había creado un escándalo con un libro vacío y Ladislao una fortuna con “hot air”, como suele decírsele
despectivamente a la palabra hablada. Ciertos comentarios dentro de la nota
fueron interpretados como una discriminación en la que se sugería que los
latinos eran más propensos que los sajones
a construir fantasías y tomarlas por realidades. La figura de Joaquín
Tenorio se vio envuelta en una encarnizada lucha ideológica o racial. Cuando la
polémica comenzó a crecer alguien arrojó
a la caldera de esa máquina al Che Guevara y al poco tiempo otros sumaron a
Evita y a Salvadora Allende. En niveles intelectuales se dijo que el realismo
mágico de García Márquez ya había pintado todo esto y que llevarlo a la
práctica era una redundancia extemporánea. La discusión la ganó por aclamación
el sector hispánico. En un diario de la comunidad europea un analista francés
autodenominado imparcial atribuyó el triunfo a que nunca había habido un
enemigo y para ilustrar el caso narró la historia de un fuerte de la Legión
Extranjera en que una noche se dispararon trescientos cuarenta tiros al
desierto luego de que un guardia presa de delirios hubiera abierto el fuego
contra un elefante en llamas que le pareció ver venir al galope. No hay letras
en el libro, no hay comida en el guiso
de piedra, la magia del realismo no existe en la realidad latina, la revolución
se limita a la cara del Che que decora las camisetas de burgueses
norteamericanos, y evita es una ópera rock, dijo el francés. La nota tuvo una
réplica anónima (escrita por un
periodista uruguayo) que comparaba el libro sin palabras y el elefante en
llamas con las armas de destrucción total que creyó ver a Bush y que usó como
excusa para invadir, matar y robar. El título de la nota “No matarás las
ilusiones” Se transformó en un graffiti en las calles de San Telmo que los
turistas yanquis nunca entendieron. Numerosos anunciantes que aspiran a
venderles sus productos a los hispanos de Estados Unidos retiraron sus campañas
de la revista People y algunos políticos que necesitan sus votos hicieron
empáticas y enérgicas declaraciones públicas.
Quienes dijeron que Joaquín Tenorio había propuesto un libro
vivo para que siguiera siendo escrito
por la realidad (y que eso se explicaba en la palabra “semilla” del título)
sonríen con caras de sabiduría y satisfacción ante todos estos acontecimientos.
Luz Elena Quintas Maya de la televisión
colombiana abrió sus manos frente a la cámara luego de que los videos mostraran
las últimas manifestaciones y discursos de la polémica hispano-sajona y dijo:
“Ahí está la obra de Tenorio para que sigamos leyendo!”
El Libro Guiness de los Récords rechazó un pedido de la
editorial La Gitana (quien distribuyeera la obra originalmente en Buenos Aires y
luego en otros 202 países), con respecto a que Joaquín Tenorio fuera registrado
como el autor cuya obra completa podía ser recitada de memoria por el mayor
número de personas en el mundo, argumentando que bastaba con decir “la semilla
del zapallo” para demostrar que la conocían en su totalidad. Guiness argumentó
que si bien era un hecho creíble y muy posiblemente cierto, la política de la
institución era trabajar sobre datos verificados con metodologías
preestablecidas y estimó el costo de dicha verificación del hecho a nivel
mundial en tres mil ochocientos cincuenta y seis millones de euros, lo cual
pasó a figurar en el libro de récords como el presupuesto de verificación más
alto de la historia de Guiness. Hubo quienes argumentaron que la obra de
Tenorio abarcaba todo lo que suscitó después y que excedía lo literario para
transformarse en una instalación de proporciones galácticas y un “reality show” en que todos estamos
incluidos, con lo cual nadie podía conocerla completa.
De la infinidad de obras que salieron al mercado con
relación a todo este asunto voy a comentar algunas no sin antes consignar el
número aproximado que surge de diversas búsquedas en Internet hechas por un
estudiante Iraní de literatura para su tesis doctoral hace poco más de un mes:
991. La tesis de Moytaba Atarudi
(sobrino del famoso profesor homónimo)
no incluye dentro de este número todos aquellos imitadores que
publicaron libros con páginas en blanco e infinidad de títulos alusivos
obviamente inspirados por el éxito de “La semilla…”. Según Atarudi, de esos se
publican mensualmente cerca de 100 títulos en todo el mundo y el total
identificado por él a la hora de la tesis ascendía a 7630.
“Virtudes de mi suegra” es un ejemplo clásico y es de los
pocos que lograron un número significativo de ventas en Argentina y
Latinoamérica.
“Todo lo que tengo que hacer antes de ir a la cama contigo”
todavía se vende copiosamente el día de San Valentín y deja interesantes
ganancias a la editorial. ¿Pero qué dice Atarudi en su tesis sobre esta
infinidad de Tenorios que siguieron al original?
Dice que son plagios. Que Joaquín Tenorio tendría derecho a
demandarlos y hacerse rico, porque disfrazados con otros títulos ellos han
escrito exactamente lo mismo que él. Y en un tono más serio, luego, subraya el hecho de que nunca
nadie ha logrado (ni aparentemente logrará) equiparar la obra de Joaquín Tenorio,
inexplicable y única.
“Germinación de La semilla” de Roberto Calles fue la primera publicación de cierto volumen y
seriedad metodológica que no se limitó a opinar sobre el fenómeno y tildarlo de
absurdo como hiciera la mayoría. Propuso varias interpretaciones de la posible
intención del autor, algunas basadas en comentarios de allegados, otras
meramente filosóficas. Y habló de las consecuencias. La mayoría de mi
documentación proviene de ese libro y de sus fuentes.
“La semilla del Zapato” firmada por Nepomuceno y también publicado por La Gitana,
tuvo una sola edición y se tradujo al inglés con mayor éxito que en castellano.
A mi entender nació como una burla que pretendía tener humor y lo logró con
tanto nivel que a veces uno olvida reír por lo mucho que impacta su jerarquía
intelectual. Muchos lo abandonaron a las pocas páginas ya que empieza
refiriéndose al autor como un zapato y carece de la profundidad que tiene los
capítulos posteriores. Trata las cuestiones básicas de la filosofía: el fondo y
la forma; el todo y las partes; el significado del silencio; el intelecto como
un obstáculo a la percepción; emisor y receptor; la obra literaria como hecho carente
de tiempo… En resumen, si “La semilla del zapallo” era una pregunta esta es una
buena respuesta.
“Las virtudes del Zapallo” es un libro de nutrición y
recetas escrito por una cocinera profesora de yoga y periodista de la revista
“Uno Mismo”. No parece superar en calidad a las otras dos obras de la autora,
“Arroz integral, salud integral” y “El
universo de las Sopas”, pero resulta
interesante que se vendió trece veces y media más que sus otras obras y fue
traducido al portugués y al italiano.
Ante la ausencia de otras explicaciones arriesgo la teoría de que fue
lanzado al mismo tiempo que “La semilla del Zapallo” en manos de la misma
distribuidora. A quienes esta teoría
suene osada invito a considerar otro dato: El libro de Tenorio sale a la venta en
Septiembre. En la primera semana de
noviembre el diario Clarín hizo mención a él en un recuadro de la sección de espectáculos. El joven galán Eugenio
Amarras se lo llevó de regalo a la conductora Susana Gimenez cuando esta lo convocó
a una entrevista. Susana lo abrió encantada ante las cámaras y cuando lo vio en blanco no
supo como reaccionar pensando que estaba fallado… luego de decir un dubitativo
“¡ay!” cambió de tema y siguió con las preguntas. Los cronistas del Clarín
levantaron la anécdota y analizaron el libro en pequeño comentario de
acompañamiento. A las dos semanas habían salido siete comentarios del libro en
diversos medios impresos. Para diciembre aparecieron una jaulitas vacías que se
vendían a precio considerable con un cartel
adentro que decía “La mascota de Joaquín Tenorio” y una letra chica que aconsejaba alimentarlo
con semillas de zapallo que se incluían en un sobre adjunto (vacío). La empresa
que los distribuyó reconoce haber vendido más de cien mil (hasta Navidad) con
una ganancia del 85 %.
La organización ambientalista “Consumo Respeto” que propone
reducción en el uso de papel y derroche de materiales para envases
innecesarios, sacó una comunicado de prensa en que recomendaba no comprar el
libro por ser un chiste caro y de mal gusto
en que se dilapidaban árboles irresponsablemente. Aconsejó a los que ya lo hubiesen
comprado que fuera usado como cuaderno por los chicos de los colegios.
La frase falsamente atribuida a Pedro Mairal “Es mejor dejar
las páginas en blanco y que piensen que sos un
idiota que llenarlas y
demostrarlo” se hizo muy popular en el
pico de ventas de “La Semilla…” con lo que parecía que había un acuerdo de
dejar morir el tema sin gloria. Para agregar un clavo en el féretro el Negro
Dolina que odió el fenómeno desde el principio dijo “Tenorio no escribe
mal” frase cuyo segundo sentido tarda en entenderse y
por lo tanto corrió de boca en boca como
un chiste popular (que generalmente debía ser explicado: Tenorio es un No-escritor malo). Aparentemente con la banalización vendría el olvido. Pero no
fue así. Tenorio se había ganado un
lugar en la cultura y todo escritor lo tiene presente cuando escribe y también
cuando no lo hace. Poco después de que se hablara de su senilidad, el propio García
Márquez, dijo una frase que dejó a la gente pensando si
era un desvarío o una señal de lucidez
extrema: “Yo siempre he corregido mucho, pero no tanto como Tenorio”.
Otra frase conocida entre mis allegados es atribuida mi hijo
Mateo que no recuerda haberla dicho: “Oh, el terror a la hoja blanca… si no
puedes vencerlo únete a él”.
Por su parte Borges, en un claro gesto de aprobación a
Joaquín Tenorio y su obra, murió antes.
4 Comments:
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hay polemica en los comentarios
borré dos huellas de robot que decían solo la palabra "said", y a eso se refería Simón... su chiste quedó en el aire...
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