Sunday, June 28, 2015

Hablando con el Big Bang


Todavía quedaba whisky en la segunda botella pero Picana decidió hacerse un té. Se sentó en la galería con los pies sobre la silla de enfrente y después de dar un trago puso la mano sobre la taza para que no se enfriara. Estuvo un tiempo inmedible pensando en nada. Después apoyó esa mano caliente sobre su oreja fría como un teléfono y  al sentir el calor preguntó:

-          Hablo con el Big Bang?-

-          Y el Big Bang contestó con el universo.

-          No entiendo.- dijo Picana

-          Los árboles le respondieron con absoluta inmovilidad.

-          Yo también puedo quedarme quieto- dijo Picana.

-          Un grillo interrumpió el canto.

-          No hace falta que digas nada… yo sé que mis átomos vienen desde aquel momento y que, todo lo que sos, lo soy yo de la misma forma, pero el cerebro me distrae, y por más que le he tirado drogas y whisky, se mete en el camino y me impide ver.

-          Un recuerdo reciente de una mujer desnuda le hizo olvidar los árboles quietos.

-          El diablo me tienta. Ahora solo quiero hablar con el origen, pero cuando no es el cerebro es el sexo…. Me distraen. Tengo una pregunta: ¿qué estás dispuesto a contestar?

-          La falta de respuesta seguramente significaba que no había nada que el Big Bang estuviese dispuesto a responder.

-          Hemos llegado hasta aquí! – dijo algo enojado Picana- Soy un ser que se pregunta y que te ofrece hablar. Estoy al borde del precipicio: después de mí, el futuro. Te propongo un trato y no respondés....

-          Un ruido a sus espaldas hizo que Picana se diera vuelta y viera, entre otras cosas, el espejo del comedor.

-          Acabo de ver un espejo. Yo, Ernesto Demos, alias Picana, en uso de mis menguantes capacidades, voy a aceptar el desafío que yo mismo me hago  para ir a mirarme al espejo y descifrar para siempre el sentido de la vida. Porque, nadie lo dude,  soy la flor más recientemente que ha brotado del Big Bang, con cerebro y todo, y por lo tanto su vocero.

-          Se paró y vino al espejo. Lo miré con la misma cara con que él me miraba. Pensé que estaba viejo. Borracho. Arrugado. Más petiso que antes. Sentí algo de ternura al ver que su pregunta era más sincera, más acotada, más triste. Y con dolor en el alma, a pesar de que lo escudriñé todo lo que se puede, concluí que no tenía la más mínima respuesta. Y lo mandé a la cama.

1 Comments:

Blogger Silvia Bonetti said...

Excelente!

9:00 AM  

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