Sunday, December 18, 2011

Mampostería de pájaro

El sueño del burgués Quienleshabla era almorzar con la familia un domingo soleado en la galería de la casa que se quería comprar, en un barrio cerrado y exclusivo (es decir que excluyera a los que amontonados en barrios abiertos e incluyentes dieran cuenta de su progreso y subrayaran, por contraste, el éxito socioeconómico y potenciaran la virilidad psicofísica de Quienleshabla).
Lo logró. Pero los sueños nunca son como las realidades a las que nos conducen y ese día, justo antes del postre, la suave brisa que los refrescaba trajo a sus pies un manojo de pequeñas plumas unidas por un enroscado trozo de pellejo de paloma que alguna fuerza había arrancado de la totalidad de la paloma en el proceso de llevar sus partes más nutrientes a servir en otro organismo.
Una gota de sangre fue lo que, a los ojos de Quienleshabla, puso el signo de admiración a un objeto casi intrascendente. La acción de suspender los vuelos de la paloma y transformarla en comida para mascotas había ocurrido, sin duda, instantes antes. La proximidad en el tiempo y en el espacio ponen énfasis en las experiencias y determinan el camino de los hombres. La sangre ni había coagulado aún. (Drácula y Coágulo son primos)
Quienleshabla no sintió dolor. Toda su estructura de sentimientos estaba orientada al éxito indiferente, no a las fauces de la gata negra que la señora de Quienleshabla desparasitaba cada tanto y que aún se relamía en el fondo del jardín con expresión de falsa modestia. No sintió dolor. Nah. No manotiés. Buen perro. Pero murió instantáneamente y resucitó al tercer día. Dijo que la había caído mal algo y quizás hasta él se lo creyó, pero cada baldosa tuvo que sacarse y volverse a poner. Imaginate las hormigas.
En el fondo lo único que quiero es pedir perdón y que se acabe este calvario. Punto. Y sin embargo estamos en medio de los fuegos artificiales y desde Babilonia y Atenas me llegan telegramas: cuéntennos que le ocurrió a Quienleshabla al ver la plumitas stop es de vital importancia que no deje ese punto a la libre interpretación del lector stop.
Y en su último paseo, el buen perro lame la mano: Les voy a contar: vio el diente de la gata, blanco y duro, haciendo del vuelo idealizado, un sorete denostado. (Hice caca, Mamá). Vio la bomba terrorista destruyendo la obra de arte y trayendo de vuelta a la tierra el misterio que el arte quiso traicionar. Vio el hambre satisfecho buscando trabajo de nuevo y sintiendo, gracias a todos los que me conocen, la aventura de la vida que los supermercados de lujo disimulan. Vio el tiempo completo y las telarañas del carpe diem. Vio su cuenta bancaria y no pudo reír todo lo que hubiese querido. Quiso agarrarse del recuerdo de (dios la tenga en su gloria) madre querida y vio una mona y una ameba y un silencio universal.

Tengo las plumas. Es decir, todavía el viento no las sacó del rincón. Quien quiera verificar la intrascendencia de Dios puede venir a verlas.

3 Comments:

Anonymous Anonymous said...

que lindo!
un mono inmundo

4:21 PM  
Anonymous Anonymous said...

http://eltrashumar.blogspot.com/

el mismisimon

4:29 PM  
Anonymous Anonymous said...

ahi esta tu amigo juarroz diciendo masomenos

4:29 PM  

Post a Comment

<< Home