Thursday, November 01, 2012

Bueno

Me abre y me mira sin hacer foco ni detenerse en mis ojos. Usa el mismo movimiento de abrir la puerta para disimular que me ha reconocido y girar y darme la espalda. Siento un leve impulso de sonreír, porque es un gesto que hace siempre y que yo conozco de memoria y que preveo mientras golpeo con mis nudillos después de tomar aire y prepararme. Como los geólogos, que viendo la superficie de la tierra a veces entienden los estratos que subyacen y la historia que provocó esas formas, yo he descendido por las raíces de esa actitud adentrándome en su pasado, en su dolor, en la obscuridad de su resignación. Por un lado me duele confirmar su pena y su distancia de mí. Por otro, el olor del jabón, que es como el alma de esa pieza, y su pelo bailando sobre su nuca sueltan una mezcla de latidos, mariposas y melancolía que como un escalofrío me despierta la entrepierna. Estaba yo, una noche, fumando en mi cama y pensando en ella… imaginaba su paupérrimo pueblo natal y le iba agregando ideas. Imaginé que no había agua corriente y la vi a los diez años caminando con el hombro alzado, casi a altura de la oreja, cargando un tacho desde el río, con el otro brazo horizontal para compensar el peso. Vi una mañana a su madre encontrando a su hermanito muerto en la cuna por una diarrea infantil, y vi el entierro y vi los ojos de ella mirando a los vecinos que caminaban junto a su madre hacia el cementerio. Vi la maestra que llegó un día y limpió la escuela y le enseñó a leer y llenó su vida de alegría y se fue tres años mas tarde. Sentí (no entiendo bien por qué me fue dado sentir con tanta precisión) que el suave dolor de esa ausencia cubrió su vida entera, como el polvo del camino que en el verano se levanta con el viento, en remolinos, y se deposita en todo lo que hay, hace más ásperas las superficies, más triste el color del agua y mas delineado el surco de las lágrimas. A partir de esa noche con mucha frecuencia me dedico a imaginar situaciones de su vida. Puede que todo lo que me imagino sea falso, pero coincide con cada una de sus formas de comportarse. Paso la puerta y no la saludo de inmediato. He pensado tanto en sus pesares puedo sentir como se endurece el aire a su alrededor y sé que hay que dejar pasar unos segundos. Nunca estoy del todo seguro de cuántos, pero a ojo espero un poco más de lo que me parece a mí y después le digo buen día. Intuyo que el buen día la conecta más con quien es ella de verdad que un confianzudo hola. Siempre me contesta en un tono que parece indicar que el saludo no es necesario ni conveniente entre nosotros, de espaldas a mí, guardando alguna cosa en su cómoda o pasando un trapo en algún lado. Cuando lo juzgo apropiado toco su brazo, o, si la noto algo más receptiva, su nuca. Yo la deseo desde antes de llegar, pero quiero darle tiempo. Entiendo que su fuego estuvo bajo un diluvio de mucho tiempo. Que si queda una brasa ha de estar en algún resquicio de difícil acceso, y apenas humeante. Pienso eso y se me llena el pecho de un amor heroico y de una poderosa contradicción: quiero darle tiempo y quiero penetrarla ya mismo. Fumando en mi cama imagino el primer auto al que subió en su vida, imagino lo que sintió en el estómago en las curvas, las aceleradas y los vados de los ríos cuando a su madre se le infectó el tobillo tras haberse clavado una astilla y hubo que llevarla al hospital delirando de fiebre. Imagino como a los doce años se hizo cargo de la casa cuando le amputaron la pierna a la mamá. La imagino leyendo una y otra vez el almanaque de la tienda de ramos generales mientras toma mate cocido en la galería, con su madre. Y como no le dijo a nadie ni hubo quien le explicara mucho cuando tuvo su primera sangre. Ya aprendí que si yo no la toco y espero demasiado… finalmente ella se acerca y empieza el ritual, pero ¡ay!... nunca quisiera vivir eso de nuevo. Abrazar a un robot no sería tan humillante. El día que me ocurrió me deprimí. Pero esa misma noche, fumando en la cama, como siempre, vi la luz. Pensé: si puede ser tan gélida e hiriente cuando la obligo a tomar la iniciativa es porque hay un corazón que todavía siente. Me acordé del cuento infantil en que sus anfitriones hacen dormir a una niña sobre veinte colchones de bajo de los cuales colocan una lenteja. La chica despierta al día siguiente y se queja de que había un bulto que le había incomodado toda la noche. Entonces se dan cuenta de que sólo una princesa puede tener tanta sensibilidad y reconocen a la niña que fuera secuestrada al nacer y la llevan de vuelta al palacio real. Eso redobló mi esperanza porque entendí que debajo del metálico frío había un tesoro esperándome. Recibo de ella cosas que no me da voluntariamente, como el bucólico perfume de su pelo, el ritmo de su respiración, la tibieza de su piel. Claro que no son para mí, pero todos sabemos que nada es totalmente casual y que si lo recibo es por algo. Se desviste sin intención. No es un mensaje, no es un arte. Eso me duele. El quitarse la ropa no es un camino que la acerque ni una mirada que me diga que existo. Cuando queda en ropa interior yo tomo más la iniciativa. En parte por que no puedo contenerme y en parte porque sería una puñalada mortal que se quitara el corpiño o la bombacha en un gesto impersonal. Yo le pongo sentido y tapo con mi pasión su indiferencia. A veces hasta me parece sentir que le contagio una dosis de tibieza y entre las grietas de su pasado aparece en sus ojos una luz matinal. Quise acompañar esa luz, una vez, agrandarla, participar… acerqué mi miembro a su boca. Lo tomó y sentí que se abrían las puertas del cielo. No puedo saber si sintió algo parecido a lo que yo sentí. Creo que preguntarle sería romper el hechizo. Ni se me cruzaría por la cabeza hablar. Cuando pienso en ella en las noches me pregunto qué cosas habrá dicho antes de perder su verdadera voz. Antes de dejar el pueblo. Cuales habrán sido sus últimas palabras en aquella tierra. Estoy siempre tratando de adivinar su ánimo, conductas, muecas, gestos. Hago todo lo posible por acomodarme a su necesidad. Vivo pendiente de ella, pero sospecho que el noventa por ciento es inútil. Mi esperanza es que lo poquito que sirve para algo se vaya acumulando y finalmente, por acción del peso, se rompa algún dique, caiga una pared. Hoy, mientras hacíamos el amor, me pareció que en un momento su respiración tenía algo de gemido y volvía a sentir ese feroz enamoramiento que me invade de vez en cuando. Y ahí la pierdo. Ya no se si veo lo que es o lo que yo imagino. Juraría que está conmigo pero no se si es realidad o invento mío. Vestirme siempre es doloroso. No es mía. Debo partir y devolverla a su mundo. Aunque nunca ha dado ni una señal de sentimientos yo juego a que le duele también que yo parta. Y creo que quizás no sea un juego ridículo. Nadie puede garantizar que los muertos no sigan sufriendo. Creo que aunque su alma esté seca, y sea incapaz de quejarse, que yo me vaya, en algún lugar del universo se relaciona con que se fuera la maestra, se muriera su madre, dejara su pueblo… Hoy especialmente tengo miedo de herirla cuando le informe que la semana que viene no vengo. Tengo miedo de que sufra y no lo demuestre. Pero no hay más remedio.
- La semana que viene estoy de viaje. No puedo venir.
- Bueno.
- ¿Cuánto es?
- Como siempre, setenta.
- No aumentaron.
- No. Dicen que el mes que viene.
- Nos vemos el otro jueves, entonces.
- Bueno.





2 Comments:

Blogger Mikel said...

buenísimo.

no sé si soy un boludo o si es a propósito, pero el final no me lo veía venir

7:37 AM  
Blogger Boy said...

Mikel!


Me encantó tu comentario.

A veces ya no queda nadie que comente y se valora más tu voz en el silencio.

Pero además, en este caso en especial sentí que no era yo quien escribía, no entiendo aún por qué, con lo cual estaba muy interesado en en recibir impresiones de lectores pero no los quería forzar.

Me suena raro este cuento... Muy serio, dramático... me costó escribirlo porque no era mi estilo.

Con respecto a que no te lo viste venir: La intención fue que el final sorprendiera pero no simplemente por el efecto sorpresa como en un chiste sino para plantear como los miembros de una pareja pueden vivir en dos mundos distintos que cada uno imagina en silencio. Acá no sabemos lo que piensa ella pero al final se devela de golpe una sospecha de que él puede estar lejos de la realidad. Y también la eperanza (aunque débil) de que la haya captado perfectamente y tarde o temprano la conquiste.

8:41 AM  

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