Lona Negra
Maribel, Sancho y yo abrimos la puerta del cerco que protege
la pileta y entramos a ver el resultado
de mi experimento. Ayer he colocado una lona plástica negra sobre la superficie
del agua. Mientras medía y cortaba la lona, ayer, sobre el césped, se calentó
tanto con el sol que en menos de veinte minutos quemó el pasto y hoy está todo
marrón. Sancho la cruzó corriendo y gritaba… me quemo! O sea que no había duda
de que esa superficie negra atrapaba mucho calor del sol.
Así que entramos y metemos la mano bajo la lona y efectivamente,
el primer centímetro de agua bajo la lona está bastante caliente… más abajo la
temperatura no ha cambiado, pero esto es antes de las doce del medio día… O sea
que la cosa funciona. Agarro a Sancho de la mano y el camina sobre “el agua” plástica, la
lona se hunde un poco bajo sus pies pero lo aguanta. Se acuesta y flota sobre
el plástico como en un gigante colchón de agua. Se ríe y piensa. Después Maribel se sienta en una reposera y
habla de alguna planta que está linda o de otra que quiere cambiar. Sancho
encuentra un insecto sobre la lona y pregunta cómo se llama. Yo no sé,
parece una vinchuca pero más flaca.
Maribel dice que es el bicho de los tomates.
Sancho tiene seis años. Mira y registra serenamente.
Despreocupado. Se abraza de su madre o de mí y hace preguntas y dice que quiere
tal cosa. Esta es su casa de la infancia.
Pienso a cada rato que estamos construyendo sus recuerdos del
pasado. Que cuando sea grande estos picaportes, este olor a flor, esta escalera
con baranda blanca, este balcón con moho en los ladrillos de sus macetas, este
cantar de la chicharra, este calor de la calle al sol cuando cruza a la plaza, estas piñas que
juntamos para prender el fuego de la parrilla, estas hormigas que reconstruyen
su nido después de que él lo rompe.
Estos padres que le durarán un tiempo indefinido.
De la misma manera que un verbo se conjuga parecido a otros,
sus recuerdos de infancia serán parecidos a los míos. La casa de Punta Chica
será la casa De Camino Real. Volver un día, muchos años después, a visitarla será una profunda
inmersión en ese mar donde la realidad y el pasado son distintos y lo niegan.
Mateo y Simón lo escucharán hablar de eso sentados en el
recuerdo de su casa de Wineberg donde el mismo padre era más joven y ansioso. Y
no todo lo que uno piensa sobre la infancia y el paso del tiempo lo puede
decir, no da el tiempo ,ni las palabras, ni la comprensión de lo que uno mismo
siente. Pero hay un motín disimulado y tácito que se pertrecha en estas viejas
casas para exigirle al presente algún
tesoro escondido. Alguna verdad todavía oculta. Algún sentido para la vida.
Como los ejercicios matemáticas que llenan los apuntes en cuadernos viejos, las explicaciones del sentido de la vida están muertas.
Pero la pose de la cabeza de Mateo, la voz de Simón, el fuego en la chimenea, y
la mirada de Sancho recordando esa lona
negra mientras mueve un leño le dan al presente un perdón. Un amor a su falta
de respuesta que nos une en esta niebla
dulce.
3 Comments:
Propongo que en la serie del reportaje a dios, entre en escena F. Nietzche, encarnado en el piletero que viene los martes y declare que "Dios ha muerto". Entonces cobran animada vida los imperfectos personajes de tu adorable familia, que están retratados mucho mejor que el Altísimo. Porfi
yo me lavo las manos
Poncio Pileta
Qué completo...Has redactado a la perfección lo que imaginás que le pasará a Sancho, Simón y Mateo. Quizá nada de eso pase, pero es lo que nos pasó a nosotros y lo has contado muy bien!
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