Monday, February 16, 2015

Lona Negra


Maribel, Sancho y yo abrimos la puerta del cerco que protege la pileta  y entramos a ver el resultado de mi experimento. Ayer he colocado una lona plástica negra sobre la superficie del agua. Mientras medía y cortaba la lona, ayer, sobre el césped, se calentó tanto con el sol que en menos de veinte minutos quemó el pasto y hoy está todo marrón. Sancho la cruzó corriendo y gritaba… me quemo! O sea que no había duda de que esa superficie negra atrapaba mucho calor del sol.

Así que entramos y metemos la mano bajo la lona y efectivamente, el primer centímetro de agua bajo la lona está bastante caliente… más abajo la temperatura no ha cambiado, pero esto es antes de las doce del medio día… O sea que la cosa funciona. Agarro a Sancho de la mano y el camina sobre “el agua” plástica,  la lona se hunde un poco bajo sus pies pero lo aguanta. Se acuesta y flota sobre el plástico como en un gigante colchón de agua. Se ríe y piensa.  Después Maribel se sienta en una reposera y habla de alguna planta que está linda o de otra que quiere cambiar. Sancho encuentra un insecto sobre la lona  y pregunta cómo se llama. Yo no sé, parece una vinchuca pero más flaca.  Maribel dice que es el bicho de los tomates.

Sancho tiene seis años. Mira y registra serenamente. Despreocupado. Se abraza de su madre o de mí y hace preguntas y dice que quiere tal cosa. Esta es su casa de la infancia.

Pienso a cada rato que estamos construyendo sus recuerdos del pasado. Que cuando sea grande estos picaportes, este olor a flor, esta escalera con baranda blanca, este balcón con moho en los ladrillos de sus macetas, este cantar de la chicharra, este calor de la calle al  sol cuando cruza a la plaza, estas piñas que juntamos para prender el fuego de la parrilla, estas hormigas que reconstruyen su nido después de que él lo rompe.  Estos padres que le durarán un tiempo indefinido.

De la misma manera que un verbo se conjuga parecido a otros, sus recuerdos de infancia serán parecidos a los míos. La casa de Punta Chica será la casa De Camino Real. Volver un día, muchos años después, a visitarla será una profunda inmersión en ese mar donde la realidad y el pasado son distintos y lo niegan.

Mateo y Simón lo escucharán hablar de eso sentados en el recuerdo de su casa de Wineberg donde el mismo padre era más joven y ansioso. Y no todo lo que uno piensa sobre la infancia y el paso del tiempo lo puede decir, no da el tiempo ,ni las palabras, ni la comprensión de lo que uno mismo siente. Pero hay un motín disimulado y tácito que se pertrecha en estas viejas casas para exigirle  al presente algún tesoro escondido. Alguna verdad todavía oculta. Algún sentido para la vida.

Como los ejercicios matemáticas que llenan los apuntes en  cuadernos viejos, las explicaciones del sentido de la vida están muertas. Pero la pose de la cabeza de Mateo, la voz de Simón, el fuego en la chimenea, y la mirada de Sancho recordando esa  lona negra mientras mueve un leño le dan al presente un perdón. Un amor a su falta de  respuesta que nos une en esta niebla dulce.

3 Comments:

Blogger Silvia Bonetti said...

Propongo que en la serie del reportaje a dios, entre en escena F. Nietzche, encarnado en el piletero que viene los martes y declare que "Dios ha muerto". Entonces cobran animada vida los imperfectos personajes de tu adorable familia, que están retratados mucho mejor que el Altísimo. Porfi

11:31 AM  
Blogger Boy said...

yo me lavo las manos


Poncio Pileta

12:06 PM  
Blogger Mundo en Flor said...

Qué completo...Has redactado a la perfección lo que imaginás que le pasará a Sancho, Simón y Mateo. Quizá nada de eso pase, pero es lo que nos pasó a nosotros y lo has contado muy bien!

7:50 AM  

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