La madre de Carla le cuenta a la enfermera
- Tengo miedo de servir para algo – me dijo
-¿Y llorás por haber estropeado ese maravilloso proyecto que fui?-
Apoyé sus medias sobre la cómoda
sin decir nada y me fui a la cocina… a prepararle el desayuno o a algo, porque
no hubiese podido explicarle por qué su madre lloraba.
O quizás le dije “No te preocupes que no corrés mucho
riesgo… y vestite de una vez, Carla, que vas a llegar tarde. A ver, una pata
acá, que hace frío, no andes descalza…”
Ella no se acuerda. Tenía cuatro años, no puede acordarse. Y yo
tengo setenta y ocho así que tampoco
puedo acordarme.
Un día me preguntó cuánto costaba
un auto. Y, después de un rato, por qué no usaban algo más barato para armar
embotellamientos de tránsito.
-Tendríamos que elegir una persona y entre todos
los demás, hacerla feliz - me dijo a los once – pero no me elijan a mí, porque
lo que me hace feliz a mí es no ser feliz.
A los doce conoció a un
neurocirujano en el barco, yendo a Montevideo. Le preguntó si podía conectar un
nervio suyo con otro de una amiga de ella, porque quería saber cómo sentía el
prójimo.
A los diez y siete, cuando estaba
por terminar el colegio preguntó por qué no agrandaban el colegio en vez de
echarla a ella.
No podía elegir una carrera
porque quería saber todo.
- Tengo miedo de no servir para nada si no se
todo.- me dijo. Y esa vez sí lloré, no me cabe duda. Y cuando me preguntó qué
me pasaba le dije que cuando tenía cuatro años tenía miedo de servir para algo.-¿Y llorás por haber estropeado ese maravilloso proyecto que fui?-
1 Comments:
Genial! Pero GE NIAL, eh? Flor
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