Sunday, August 29, 2010

La fortaleza inexpugnable.

Es sabido que los chicos son un público difícil para los ilusionistas. La mirada infantil está menos estructurada por prejuicios y no se deja llevar engañada en la dirección que requiere el prestidigitador para que no desenmascaren su truco.
Hace una semana llevé a mi hija y mi ahijado Ezequiel a ver un mago cuya extraordinaria fama lo precedía. Cuando hizo falta un voluntario mi ahijado se ofreció y el mago lo eligió entre los muchos chicos que levantaron la mano. Está acostumbrado a que le pase eso por que al ser pelirrojo llama mucho la atención. Lo iban a cortar con un enorme serrucho cuyo filo primero probaron sobre un tronco con resultados indiscutibles. Mi hija empezó a ponerse inquieta y se largó a llorar diciendo que no quería que cortaran a su primo.
Tuve que llevarla afuera y comprarle un helado para que se tranquilizara y me perdí el acto. Antes de que ella terminara su helado la gente empezó a salir del teatro. Parecían enojados, asustados, enfermos, apurados. Nos resultaba imposible volver a entrar contra es torrente de gente que salía. Pregunté a la gente si había terminado el show. Absurdamente todos daban explicaciones raras, respondían con evasivas y hasta decían cosas contradictorias. Se cayó el sistema, dijo una señora, por ejemplo. Un adolescente, que había mucho humo, y su compañera se encogió de hombros diciendo “para mí todo lo contrario”. Otro que el reloj del teatro atrasaba. Una vieja se quejó de que todos los hombres son iguales, y un señor elegante de ojos celestes se metió a declarar que acá se le sigue echando la culpa al calor y nadie se fija en la humedad. Nada, dijo una de acento español, voy a por el parquímetro, pero no se si vuelvo. Antes de entrar dejen salir me dijo un tipito medio afeminado. Y un chico irrespetuoso me recriminó que de afuera era fácil criticar.
Me inquieté bastante ya que mi ahijado había quedado sólo y talvez se preocuparía de no encontrarme en mi butaca pero era imposible caminar contra la corriente de gente.
Cuando empezó a hacerse menos intenso el río humano que salía intenté de nuevo ingresar, pero en seguida me topé con mi ahijado, entre los que se iban. Le di un beso medio inexplicable y tomando a los dos chicos de las manos nos fuimos hacia el auto y partimos hacia mi casa. Cuando arrancamos abrí una ventana pero la volví a cerrar ya que había mucho ruido en la calle. Quería preguntarle a Ezequiel qué había pasado pero no estaba preparado para otra respuesta como las anteriores.
Cuando finalmente hablé opté por preguntarle cómo había salido su acto en el escenario.
Me dijo que él había descubierto la ilusión y que la había explicado en voz alta y que mientras lo iba haciendo se daba cuenta de otras cosas relacionadas al truco que también eran ilusiones y que en menos de un minuto terminó de explicar que vivíamos todos en una gran ilusión...
Yo tenía la sensación de que el auto era una burbuja y que en cualquier momento podía hacer pif y reventar.

3 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Buenísimo, y es verdad!!
lo de la ilusión, digo.
in-ex-pugnable Silvia

11:24 AM  
Blogger Mateo said...

qué simpáatica onomatopeya pif

2:30 PM  
Anonymous Anonymous said...

qué lindo! pienso, las ilusiones son ilusiones cuando se terminan no? Hasta ahí eran realidad? Como los sueños? Que son sueños cuando nos despertamos?
?

5:48 AM  

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