Atún
El tipo ve venir la tormenta y arranca la lancha. Omite recoger la línea de su hijo y queda el anzuelo brillando bajo el agua. Un atún confunde ese metal con algo comestible y desde entonces la lancha lo arrastra de la boca, milla tras milla, monótonamente hasta que reencarna en un escritor adicto a la cocaína que se baja de un colectivo aún en movimiento y da de cabeza con un cartel publicitario. Su amigo médico, también adicto, lo pasa a buscar por el hospital y lo lleva caminando a su casa. De una botella a la que le da el sol todo el día sirve dos vasos de whisky puro y tibio. Cuando van por la mitad le pregunta: “¿querés la verdad?”
El escritor larga una carcajada y se agarra la cabeza porque duele. – “¡Zoom out! ¡Zoom out! - Grita - Quiero que la cámara se aleje de tu cara y se vea mi cuerpo, la vendas, la sangre, todo el cuarto, y que se aleje y que después se vea desde afuera este alto edificio rodeado de casas más bajas que nos acechan y apretujan... son las librerías exigiendo mi próximo libro!!”
- Ja ja - rié el médico con mirada inteligente y después de una pausa demasiado corta para ser dramática le dice, lo que a él mismo le gustaría que alguien le dijera: - Cáncer.
El escritor piensa unos segundos: No es un signo de zodíaco, no es un insulto, no lo tiene él, lo tengo yo.
- ¿Me sueltan?
Y ahí es el médico el que larga la carcajada. No porque le haga gracia sino porque siente una gran felicidad. Ha podido darle al escritor lo que necesitaba.
- Voy a mear dice el escritor- y vuelve con el brazo mojado hasta el codo.
- ¿Qué pasó?
- Crucé la frontera. El agua del inodoro siempre había sido un tabú. Le metí el brazo como un veterinario haciendo tacto. Es una curva dura y la mano apenas pasa, pero a mí no me dicen más hasta dónde puedo ir. Tu mochila está embarazada.
Y después de un silencio, durante el que se seca el brazo en las cortinas, agrega:
- Siento que en algún momento de la adolescencia mordí el anzuelo de la vida sagrada, del valor infinito de estas pelotudeces que pasan a diario. ¡Poetas de afiche! Nunca leí algo más cursi y descerebrado como “lo esencial es invisible a los ojos” Solo podía salir de un francés y del pretencioso siglo veinte. Yo sabía que estaba todo mal, pero me dejé arrastrar por el miedo, año tras año… o lo que es peor, segundo tras segundo. No sabés lo bien que me siento. ¿hay algo para comer?
- Tengo una lata de atún.
2 Comments:
Sólo Bradbury podría haberlo hecho mejor! Flor
je
con sonrisa
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