Wednesday, November 22, 2017

Esta hoja


Esta hoja en blanco tiene fondo. Algún reflejo  y las ganas de creer pusieron en su mito un parentesco con el cosmos.  Pero es un lago, aunque el pescador no vea el otro lado… Hay una orilla de barro que nos marca el final de los puntos cardinales. Y hay otro pescador allá, sentado, en el extremo opuesto. Está callado con el mismo silencio que guarda el de esta orilla. Preguntándose lo mismo. Como el eco que nos marca que ha llegado a su fin el desfiladero.
Al tirar la línea se rasguña la superficie inmaculada. El alma del pescador que estaba abierta y relajada se levanta de su asiento y observa atenta. Se cierra un abanico en su mirada. Lo que parecía infinito ahora es sólo un tajo… o un rasguño apenas,  aunque siga rodeado de oportunidades.
Si algo tira de esa línea hay una fiesta. De comida, engaño, muerte, y la ilusión de que no existe el tiempo. Un remolino de anzuelos con forma de pregunta busca palabras para echar a la parrilla.
El pescador acecha algún sentido. Busca más allá del océano y del suelo. Quiere apagar el  infinito con una piedra en que se hunda el cielo. Se ha creído el mito de que en el agua todo fluye. Con sus manos en la caña cumple un rito de descifrar las telarañas que enredan los misterios de la oscuridad y sus entrañas.

Algunos tarados  inocentes impostan la voz para decir que verdades hay muchas. No es verdad. Quien hace bien su lucha en el ritual ya lo sabrá. No es un sabio el pescador. Es la carnada.

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