llegar al espejismo
Un tipo como yo, al que le gusta escribir, cree que en estas teclas está la combinación que abre la puerta hacia un
mundo mejor. Al menos por un rato.
A un tipo como yo le encanta tener su silla con posa brazos
y almohadón frente a esta sólida mesa de
madera, desde la cual, mirando para la izquierda ve la plaza, a la derecha la
galería y después el jardín, huerta,
brasero, pileta (ayuda eso de la pileta,
también). Mirando para el frente, a
través de la cocina americana, ve un cantero a la sombra del quincho en el que,
media oculta por la espesura, medita la estatua de Buda que Maribel pintó de
negro.
Atardece y la luz es de serenidad. Un pájaro busca sus
lombrices con menos ansiedad que a la mañana.
El mate está bueno. Tiene una hojas de menta que sacamos de
la huerta.
El cuerpo de un tipo como yo murmura todavía, como una cama
deshecha, sensaciones del buen partido de tenis mañanero, unos jugos de
variadas frutas y verduras con jengibre, y una siesta espontánea tras la ducha.
Magia, la gata
negra, camina sin audio hacia la escalera y se va para arriba.
El tiempo parece detenerse.
A este momento
condujeron mis esfuerzos de una vida remando en la suerte, mis decisiones, mis
distracciones, y los vientos. Para un
tipo como yo este debiera ser el punto de llegada…
…y entonces es inevitable pensar todo lo contrario: que las
venas de relojes y calendarios están abiertas.
Negaremos todo y miraremos de nuevo la delicadeza del pájaro
en el pasto del jardín.
No está más.
No importa: Decretaremos que éste es el llegadero.
Lo llamaremos “ Indias”.
Que venga algún Américo, después, a hacer otro mapa.
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