38
Cansado de tener miedo a los asesinos y ladrones y a la inseguridad que ha crecido tanto
desde que dejé de ser un adolescente inmortal, ayer tomé la decisión de salir a
robar. Razoné, temeroso, que los chorros no le tienen miedo a los chorros… Aunque
la lógica de la idea no resista mucho análisis, algo se abrió de gambas en mi
alma cuando me di cuenta que la ficción podía penetrar la realidad y que mañana
yo podía despertarme en la misma cama de todos los días habiendo afanado a
alguien.
No hace falta una gran personalidad para que cuando le
mostrés el 38, los sean quienes sean te pongan en el estante del mítico chorro,
aunque sea tu primera vez y te hagan caso con terror absoluto. Yo encaré un matrimonio de más de 50 en una
calle solitaria y obscura. Les saqué las
billeteras, alguna cosa de oro y los teléfonos. Tiré todo a dos cuadras, menos
la guita porque me pareció que devolverles la guita era dar una pista hacia el
tipo de persona que les había robado. Al día siguiente fui a donar esa plata
más un monto equivalente a un comedor de chicos pobres que hay a tres cuadras
de donde los asalté.
Pero después me arrepentí de hacer esa donación. Me
transformaba en el tipo bueno e inocente que los chorros eligen como víctima y
cagan a tiros enfrente de sus hijos. Así que volvía a salir la noche siguiente
y envalentonado por la noción de legítima defensa entré en una casa de la
Horqueta cuando llegaba un hijo. Tuve que pegarle con la pistola en la cabeza
porque parecía un rugbier que volvía de entrenamiento y me sentí identificado,
lo que no hubieras sido bueno para el desarrollo del os acontecimientos
posteriores. Sangró un poco y se portó bien. Me llevé un montón de guita pero
esta vez no la doné. Compré un televisor
gigante para ver el mundial y un montón de vino y licores para festejar. Empecé
a sentir un tenue miedo bajo la piel…el miedo a que me descubrieran… y constaté
con alegría que era, mucho más débil que el miedo a que me asaltaran. Y, esto
es lo mejor del asunto, reemplazaba al miedo a los chorros y asesinos. La
teoría estaba demostrando resultados en la práctica.
Esa noche dejé de usar Viagra y empecé a gozar más del sexo.
Y mientras tomaba mate sólo al amanecer…(porque inesperadamente me desperté un
par de horas antes de la hora en que mi mujer y yo solemos levantarnos a
desayunar)… me pregunté si era justo traicionar las reglas de la sociedad para
que uno de sus miembros penetrara un nivel superior de realización.
Estoy solo. No tengo con quien hablar de esto. Repaso mi
larga lista de amigos y conocidos y no encuentro uno que podría ser un buen
interlocutor para esto. Me están dando ganas de asaltar a un par de ellos.
2 Comments:
No comprendo cómo se te dio por chorear, en vez de escribir poesía.
Silvia
HOOOOOOOLA SILVIA!!!!!!!!
En cuanto a vos..., vení y asaltáme que te reviento!!! Pibe; cada vez escribís mejor!!!
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