Friday, May 27, 2016

Perdida en el infinito


Varios miles de millones pueden leer a Borges. De esos, algunos son más vulnerables a que esas ficciones se les mezclen con la realidad porque están un poco pirados. Las probabilidades de que uno de esos raros sea un Einstein de la imaginación, en estos grandes números, supera por mucho el cien por cien.  En mis estimaciones el número anda cerca de los setenta individuos.  

El blog que me recomendó leer un amigo  demuestra que al menos uno de estos raritos tuvo la idea de continuar con la obra de la logia imaginaria de Borges que creó la enciclopedia en que sea describe   Orbis Tertius  un planeta  harto diferente a la Tierra.

Hay mucho que no se entiende, o mejor dicho que yo no entiendo, de lo que escribió el que hizo este blog, pero la parte que entendí es tan genial que me hace a veces sospechar que lo que no entiendo es superior.  Porque lo que yo entiendo es, una vez que uno lo lee, una lógica y obvia consecuencia de lo que estamos viviendo: un desarrollo exponencial del potencial humano. El mundo del futuro inmediato.

Hace apenas dos o tres décadas (una pizca de días en la historia) que se difundió la comunicación global instantánea, vía internet y celulares. Y hay incipientes desarrollos técnicos para conectar los sistemas nerviosos de personas con dispositivos electrónicos. Algunos afortunados paralíticos, ciegos y nerds son capaces de combinarse con computadoras para lograr cosas que antes eran impensadas. El paso siguiente es obvio: relacionar un cerebro con otro a través de la telepatía electrónica. Es decir, por ejemplo, usar el celular,  durante una reunión, sin que se note que lo estoy haciendo. Otra pizca de días llevará eso a intercomunicar a todos los cerebros del mundo. Y a permitir que elijamos  y sepamos cualquier dato que otro sepa. Podremos entrar en los archivos mentales de quien necesitemos sin perturbar su pensamiento, aún cuando el otro esté durmiendo. Otros cerebros nos dirán, a la velocidad del rayo, quién tiene el dato que necesitemos.

Hace falta incorporar esa noción y darse tiempo a pensar. Porque ser casi uno, entre todos, tendrá efectos revolucionarios sobre el lenguaje… que, como la palabra indica, habíamos delegado por milenios a un órgano fiel pero sub óptimo llamado lengua. Basta mira  lo que le cuesta a un niño brillante dominar el  habla. Basta ver la lentitud con que expresamos las ideas a través de sonidos, palabras  y sintaxis que se desarrollaron silvestremente a lo largo de la historia, ejecutadas a pulmón. Todo eso, dice el Blog, está al borde del abismo, se quedará en tierra, y la comunicación humana va a volar.  Cómo en todas las revoluciones habrá injusticias y sangre.  Resistencias. Confusiones. Pero el resultado es lo que resulta.

Quiero darle al lector tiempo a pensar. Porque esta no es una idea que se asimile de golpe. Pero permítame, el que lea, pasearlo por aventuras atroces en forma de preguntas: ¿qué pasará con el amor cuando todos sepamos lo que se nos dé la gana saber de lo que le ocurre al otro? ¿qué pasará con la ciencia cuando la investigación no sea un asunto de individuos o equipos sino del planeta entero?  ¿seguirán existiendo la televisión y el cine? ¿la pintura, la literatura? ¿qué parará con los conflictos?¿cómo será la educación? ¿la vida en familia? ¿el sexo? ¿la locura, la depersión? ¿la religión? ¿la muerte? ...¿Y la mentira...?

Me impresionó especialmente el capítulo  que el blog dedica a hablar de la matemática. Con el tiempo pasa a ser una disciplina casi desconocida… sólo usada por astrónomos y entidades equivalentes a la NASA para calcular lo que no ha sido experimentado y debe ser desnudado a la distancia. ¿Por qué? Porque, para lo terrenal, la abstracción del número es demasiado flaca… no puede competir con la vivencia. En “Veinte vacas “  el número no agrega nada a la sensación de estar frente a ellas, a conocer su peso, su salud, su personalidad, su sabor…. Y todo eso se destila de la experiencia de todos los humanos que las han visto directa o indirectamente y las han relacionado con el infinito stock de experiencia sobre vacas que tiene la humanidad entera y que un buscador hecho de neuronas y computadoras puede consolidar.  De la misma manera, un departamento de "ciento cuarenta metros cuadrados" es una idea menos rica que la que obtengo al entrar en la mente de los que vivieron allí, los que lo construyeron, los que saben imaginar cómo decorarlo o cómo compartirlo con mi novia.

Uno sale de ese blog sintiendo que es incapaz de percibir la realidad. Que se está perdiendo millones de ojos, oídos y cerebros. Y que la lengua va cobrando un valor especial. El de  callar y sentir el gusto mucho más. Para aportar la experiencia del sabor profundo a millones de conectados y hacer de esta pequeña bola azul que es la Tierra, una unidad.  Una poderosa cofradía de comprensión perdida en el infinito.

 

2 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Me estás arrastrando a un sube y baja al que no quiero NI VER. Entre tus posteos de despedida pre suicidio porque el writer Scrabel se puede pegar un tiro en cualquier momento, y ésta curiosa forma de linkear otro blog que tiene mucho de Bradbury, yo, tu fan, he guardado mi admiración TOTAL con la ropa de verano. Dejo algunas cosas, por si hace calor en éste invierno, pero hablando de bordes....Y POR CASA COMO ANDAMOS? Me gustó (como siempre ) ésta pérdida en el infinito. Tiene cosas geniales (como siempre) y otras que me torran..Salgo en defensa brutal de la lengua como órgano!!!! Y desde que la subestimás , casi de inmediato, te mando internamente al carajo y "sobrevuelo" el resto. EL AMOR??????????? DONDE IRÁ EL AMOR????? (Arjona!!!!) Con la mentira sola ya podrías haber tenido para un tratado...Pero no, el tipo se explaya...jaja Y me encantó lo de las 20 vacas hasta que imaginaste su sabor. O hacemos literatura o morfamos la vaca (habida cuenta de la importancia que ésta tiene en India y en Ingouvilleland) . Flor

7:57 AM  
Anonymous Anonymous said...

Igual no te preocupes, yo soy científica, el sabio era mi padre. Flor

7:59 AM  

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