Maneras
La película se inicia con una larga toma, cámara al hombro, que va recorriendo el barrio de Palermo Soho presenciando diálogos entre gente que toma cerveza en la vereda, otros que se pasan un mate, empleados de locales, una señora que pasea el perro, un pintor que está fileteando un cartel, tres personas tomando medidas para una refacción, alguien que llega a un hostal con valijas extranjeras… Es temprano y todavía no ha llegado el aluvión de gente y los turistas. El hecho de que la acción transcurra en un barrio bohemio y creativo justifica que todos los hombres sean un poco amanerados cuando no totalmente feminoides. Las mujeres en cambio se muestran crudas, sin maquillaje ni tinturas que oculten canas, masculinas y secas. Tienden a ser mal habladas y poco seductoras.
Poco a poco vamos conociendo algunas historias y encariñándonos con los pequeños proyectos y aventuras de los habitantes del barrio. Lo amanerado de los personajes principales que son alrededor de doce deja de llamarnos la atención porque en el inicio hemos visto otros más extremos que si bien luego pierden importancia, marcan un estándar. Lo mismo pasa con la áspera masculinidad de las mujeres. No se ve un solo personaje que escape a estos estilos y uno termina por olvidar que existen otras maneras de hablar y comportarse. El tono costumbrista de la película pega un leve giro cuando llega la noticia al bar, en que transcurre mucha de la acción, de que se han llevado a uno de los personajes al hospital. Y hay quienes dicen que ya estaba muerto cuando lo llevaron. El personaje era muy querido y la película registra una serie de diálogos entre los otros, en parejas, tríos, o grupos en que lo recuerdan, lo extrañan y se hacen las difíciles preguntas del caso. Ha dejado al la deriva un exitoso negocio de ropa de moda de vanguardia. En uno de esos diálogos se menciona por primera vez a una hermana del finado que vive desde hace unos meses en España y a la cual dicen ya haberle avisado para que se haga cargo. Su marido es un ingeniero de una constructora argentina con operaciones en varias partes del mundo.
Hacen una comida en el bar en que todos reciben a Ramiro y Mercedes los recién llegados de España. Por primera vez en la película (ya ha pasado una hora) se oye hablar a alguien que no es amanerado y después de habernos acostumbrado al modo imperante, su estilo parece impostado y presuntuoso.
En un momento Ramiro y Mercedes están contando una anécdota y él exclama - Viste cuando decís…puta madre, qué mujer!!!- Mercedes lo acompaña en la narración y hace un par de comentarios muy afectados en su tono de Barrio Norte. El lo ha dicho en forma tan varonil que la película pierde el sonido y va mostrando la manera en que los demás los miran y las pequeñas miraditas que se entrecruzan.
Esa escena marca el inicio de una creciente desaprobación que se va manifestando en la poca colaboración que todos y cada uno prestan para facilitar el traspaso del negocio a Mercedes. Al rato los roces dan lugar a algunos pequeños conflictos a medida que Ramiro y Mercedes intentan hacerse cargo del local para venderlo y volverse a España.
La sensación constante es que si bien no hacen nada malo, como nadie desea ayudarlos en lo más mínimo, las circunstancias se van confabulando para que les vaya mal.
La película termina cuando un policía de civil les informa que no podrán viajar ya que están imputados como instigadores del asesinato del hermano de Mercedes. El espectador sabe que no es justo pero como en tantas otras películas en que los sentimientos nos ponen del lado de los malos, de alguna manera siente que se ha hecho justicia.
Poco a poco vamos conociendo algunas historias y encariñándonos con los pequeños proyectos y aventuras de los habitantes del barrio. Lo amanerado de los personajes principales que son alrededor de doce deja de llamarnos la atención porque en el inicio hemos visto otros más extremos que si bien luego pierden importancia, marcan un estándar. Lo mismo pasa con la áspera masculinidad de las mujeres. No se ve un solo personaje que escape a estos estilos y uno termina por olvidar que existen otras maneras de hablar y comportarse. El tono costumbrista de la película pega un leve giro cuando llega la noticia al bar, en que transcurre mucha de la acción, de que se han llevado a uno de los personajes al hospital. Y hay quienes dicen que ya estaba muerto cuando lo llevaron. El personaje era muy querido y la película registra una serie de diálogos entre los otros, en parejas, tríos, o grupos en que lo recuerdan, lo extrañan y se hacen las difíciles preguntas del caso. Ha dejado al la deriva un exitoso negocio de ropa de moda de vanguardia. En uno de esos diálogos se menciona por primera vez a una hermana del finado que vive desde hace unos meses en España y a la cual dicen ya haberle avisado para que se haga cargo. Su marido es un ingeniero de una constructora argentina con operaciones en varias partes del mundo.
Hacen una comida en el bar en que todos reciben a Ramiro y Mercedes los recién llegados de España. Por primera vez en la película (ya ha pasado una hora) se oye hablar a alguien que no es amanerado y después de habernos acostumbrado al modo imperante, su estilo parece impostado y presuntuoso.
En un momento Ramiro y Mercedes están contando una anécdota y él exclama - Viste cuando decís…puta madre, qué mujer!!!- Mercedes lo acompaña en la narración y hace un par de comentarios muy afectados en su tono de Barrio Norte. El lo ha dicho en forma tan varonil que la película pierde el sonido y va mostrando la manera en que los demás los miran y las pequeñas miraditas que se entrecruzan.
Esa escena marca el inicio de una creciente desaprobación que se va manifestando en la poca colaboración que todos y cada uno prestan para facilitar el traspaso del negocio a Mercedes. Al rato los roces dan lugar a algunos pequeños conflictos a medida que Ramiro y Mercedes intentan hacerse cargo del local para venderlo y volverse a España.
La sensación constante es que si bien no hacen nada malo, como nadie desea ayudarlos en lo más mínimo, las circunstancias se van confabulando para que les vaya mal.
La película termina cuando un policía de civil les informa que no podrán viajar ya que están imputados como instigadores del asesinato del hermano de Mercedes. El espectador sabe que no es justo pero como en tantas otras películas en que los sentimientos nos ponen del lado de los malos, de alguna manera siente que se ha hecho justicia.