Saturday, September 19, 2009

Poderoso caballero es Don Dinero

Cuando descubrieron los virus los llamaron virus
que quiere decir veneno, porque no había una palabra exacta
para algo que no se había pensado ni entendido todavía.

El nombre virus dejó plasmada la inocencia humana en el momento de la pérdida de esa inocencia. Es decir, cuando empezamos a entender lo que producía las enfermedades virósicas.

Con el dinero pasa algo comparable.
Al momento de lograrlo estamos inmenrsos aún en el pasado, un mundo de esfuerzo para lograr el dinero, el bienestar, la felicidad...
Es decir, hemos transformado el trabajo y los problemas en soluciones, y la constancia de ese logro son unos papeles que cualquiera puede dar a cambio de lo que quiera.

En los codos que los habitués del Pachamama apoyan sobre el mostrador se lee cierta inflexibilidad y falta de predisposición a la flexión por el trabajo a cambio de dinero. Quizas esa sea una de las ideas más poderosas de la corriente filosofíca del Pacha, que , sinembargo, aún no ha sido expresada más que con los actos.

La ilusión de que el dinero puede transformarse en cualquier cosa (y por lo tanto en todas las cosas) ha agigantado su imagen.

En el Pacha no te cambian un minuto de Esto por el equivalente de lo que puta pudiere en el futuro, y si revisamos algunos expedientes pareciera ser una decisión inobjetable.

Me lo veo al podroso caballero bajándose del caballo y tomándose una birra en frasco de dulce, acodado en la barra junto a su caballo.

Habría que cortar, en nombre de una sana censura, la segunda escena en que el caballo le susurra al oído: Diner, no podemos seguir viéndonos así.

Las peleas con el Eter No

......................................................... a las flores y los patos

Cuando no sabés qué pedir al cielo.
Cuando ni siquiera estás tan enojado como para pedirle que se meta una galaxia en el agujero negro.
Ni tan sabio como para pedirle que no interrumpa tu gozo con ofertas que tapan el sol.
Cuando no sabrías usar bien lo que pidieses o no te sintieras en condiciones de entender qué vale la pena.
Solo queda esperar.
Para volver a ser.
Aferrado al recuerdo de que, siempre que paró, llovió.
Maldiciendo, para pasar el tiempo, a esa puta:
La gran puta qué lo paró!
Hasta que llovió.

Friday, September 18, 2009

hoy, no siempre, no te asustes...

Cuando yo era chico vi en la televisión blanco y negro que a uno de los tres chiflados se le escapaba un tiro del fusil que tenía colgando del hombro, apuntando hacia arriba, y unos segundos después caía un pato muerto.
Hoy, quisiera que el destino me ayudara así.
Pero no sé qué es lo que quiero que me mande el cielo.

Thursday, September 17, 2009

plic!

Si debo limitarme a ver la queja que el sol hace brotar de los objetos
No el objeto
No el dolor
Si lo que entiendo de mi mismo es que pienso, que luego existo, que no me baño dos veces y que sólo nada sé.
No el antes
No el después
Si a gatas conozco partes del torpe mapa que hemos hecho para explicar la realidad tallando con la cuchilla de la cocina una cabeza del alfiler.
No hay quien explique
No hay quien conteste
Si no me animo a decir que no pedí nacer porque sé que soy esa fuerza que desordenó la cama.
Si huelo la verdad del amanecer
Si grito como el mejor en la batalla.
Debo quizás cambiar de sendero y virar al Sur, alguna vez.
Ser plenamente la cabeza de alfiler.
Y dejar de huir del que dejará al mismo tiempo de cazarme.
Y aceptar que soy esa moneda en el aire.
Como si no existiera el tiempo, la gravedad y esas otras esencias descartables.

Sunday, September 06, 2009

La Cosa

- La cosa fue así…- dijo Martín mientras pinchaba una aceituna
- Qué quiere decir cosa?- interrumpió Nemo
Un tanto molesto por que la pregunta lo descarrilaba Martín lo miró, tenedor en mano, aceituna pinchada a veinte centímetros de su boca, mientras verificaba en sus archivos mentales si tenía una definición erudita de cosa para dejarlo chato. Como no la encontró, se preguntó si era que Nemo no entendía el uso de la palabra en esa oración o si lo estaba cargando y se merecía que lo matase con la indiferencia. Ante la poca respuesta gratificante a estas preguntas, antes de que llegar a una decisión, su cuerpo ya había hecho un gesto despectivo y emitido una frase después de la cual pudo ingresar la aceituna:
- ¿Por qué siempre tenés que ser tan hincha pelotas?- Y glup se metió la aceituna en la boca
- Me da cosa que me hables así…
- No seas pelotudo…
- ¿Qué hicieron anoche?
- Fuimos al teatro.
- ¿Qué fue lo importante ir o estar allí?
- No seas pelotudo…
- Es que cuando te pregunto que hicieron no pretendo que me cuentes lo irrelevante. Para eso podrías haberme dicho que estuvieron respirando.
- Es una forma de decir… ¿Qué parte de no seas pelotudo no estás entendiendo?
- ¿Forma de decir…? Me extraña que le quites valor a la forma como si no tuviera causas ni contenidos. Yo creo que se dice fuimos al teatro porque en el teatro desaparecemos.
- Claro… confabularnos con la ficción nos roba la esencia.
- Las cosas andan tan mal que la gente paga para desaparecer.
- Es el crimen organizado. Los empresarios teatrales prefieren que el país ande mal y hacen todo lo posible para llevar las cosas por mal camino, y como tienen muchos actores los hacen pasar por políticos y gobernantes para sabotear todo. De otra manera no se explica este fracaso interminable en manos de gente normal. Un afano. Pero el fin justifica los medios: viva el teatro.
- Hay otros motivos para robar. Yo robo por humildad.
- No seas pelotudo.
- Por humildad y desapego.
- ¿Qué robas?
- Sobre todo ropa. Pero he robado billeteras, comida, discos, libros, herramientas, cámaras fotográficas, lo que más me impactó robar fue una calavera.
- ¿Una calavera humana?
- Sí, el padre de un tipo que jugaba conmigo en Roket falos la tenía en la biblioteca.
- ¿Y por qué es lo que más te impactó?
- Ahí me di cuenta de que casi no hay diferencia entre robar y no robar.
- ¿Por?
- Por que era la cabeza de un tipo que ya no existía. O sea que ya no era más de él. Pero si no era de él, sin duda no era mía y menos del pelotudo al que se la robé.
- Epa epa epa… robar o no robar no debe ser tan indiferente ya que te tomás el trabajo de insultar a la victima para eximirte de culpas.
- Era un pelotudo, pero convengamos que mis viejos me criaron, como a casi todo niño burgués, inculcándome la fe en la propiedad privada, ese vínculo entre algunas personas y algunas cosas, intangible e inexistente fuera de la mente de los que comparten la fe y se enteraron de que tal cosa “pertenece” a tal persona.
- ¿Y cómo te afanaste la calavera? ¿Era una normal, completa… de un tamaño cómo… así?
- Sí, la metí en el bolso de fútbol.
- Así nomás…
- Sí. Bueno fue raro. Siempre que te afanás algo lo llevás con cierta conciencia, sentís el peso o el bulto, pero si encima es la cabeza de un flaco te impacta por dos motivos.
- ¿Te sentías culpable?
- No, Martín, todo lo contrario. La irreverencia es lucha por la libertad.
- ¿Irreverencia? No seas pelotudo… Lo tuyo es choreo liso y llano!
- Tenés razón, choreo liso y llano… gracias por devolverme a la fuente… a veces me pierdo un poco en ideas… lo que yo quiero es afanar sin anestesia. Qué placer!... No, ninguna culpa!
- Pero algo más habías dicho de la pobreza y el desapego…
- No pobreza no. Desapego y humildad.
- ¿Desapego? Desapego siente el que le afanás.
- Todos, hasta los canas. Lo sentimos todos. Y no sólo eso… es lo más cercano a ser uno con todo: El afano. Pocas cosas te hacen pensar tanto como la ruptura de la regla no robarás. O la ruptura de es mío. O la ruptura de los policías somos los que defendemos el vínculo invisible entre los ricos y sus cosas que inventaron ellos.
- Pero y entonces para qué laburás.
- ¿Vos jugás golf?
- No seas pelotudo.
- Contestame ¿jugás golf?
- Sí.
- ¿Y entonces para qué lees el diario?
- No seas pelotudo.
- Bueno me ibas a contar cómo había sido la cosa.
Y volvemos al principio. Salvo que la aceituna ahora es un carozo.